Los pueblos de Honduras y del extranjero son conscientes de que la clase política hondureña está inmersa en los mares de la corrupción, la mediocridad y la ineptitud.
La corrupción ha deteriorado la imagen y el crédito internacional de la nación hondureña, así mismo, a lo interno, lo económico, lo social y los fundamentos democráticos, socavando el desarrollo y el progreso, daño causado por los políticos corruptos miembros de los partidos existentes, principalmente de Libre, Nacional, Liberal, DC, Pinu, UD, PSH, en fin, de todos.
Los políticos corruptos han tenido y conservan su influencia electoral y política caminando sin vergüenza entre la deshonestidad pública, en la pretensión de asumir fraudes electorales compartidos para continuar blindando sus actos de corrupción, sus delitos políticos.
Es más, esta corrupción la restriegan en la cara de las familias hondureñas como bofetadas, dando a entender que poco o nada vale la opinión del pueblo hondureño.
Pero, llama poderosamente la atención lo absurdo, el disparate, la incoherencia, de cómo los votantes al tiempo que demandan una nueva y renovada ética, que valora la honradez como la principal cualidad del líder político ideal, muchos votantes repiten su voto a favor de candidatos corruptos quienes reiteradamente muestran sus vicios de corrupción.
¿Dónde está la dignidad del pueblo hondureño votante?, ¿dónde están los valores morales y éticos de los votantes?, ¿por qué votan por los mismos políticos corruptos?, ¿por qué el elector insiste en equivocarse votando por políticos corruptos, cuando el mismo contradice sus propios valores morales y éticos que exige del político ideal?
El votante debe estar consciente de su condición y posición, en cuanto a su condición tiene en sus manos un real poder electoral y que, desde su posición puede cambiar el rumbo de la nación hacia el desarrollo y progreso defendiendo de los políticos corruptos los sueños, esperanzas y futuro de nuestra niñez, juventud, garantizando el bienestar de los adultos mayores y la población económicamente activa montados en la producción y productividad.
¡Basta! Que los mismos votantes al poseer la llave, le abran las puertas a los mismos políticos corruptos para gobernar la nación, quienes nos han venido robando la justicia distributiva, impidiendo la construcción de las abundantes oportunidades de prosperidad y bienestar por la falta de una educación de alta calidad, por la falta de empleos, fractura del Estado de derecho, latrocinios del tesoro público y así, un largo catálogo de productos de corrupción en este camino de la deshonestidad. ¡Basta ya!
La honradez, aunque sea una cualidad muy valorada, no es algo que distingue a un político de otro, pero, el votante sí los distingue, conoce a los políticos corruptos por su nombre.
Aunque la relación entre la corrupción y las preferencias electorales son impredecibles. Necesitamos, entonces, que tanto los votantes y candidatos sean honestos y predecibles. Queda planteado.