El pasado 24 de enero se cumplieron 58 años del fallecimiento de Winston Churchill, quien en dos ocasiones fue nombrado primer ministro del Reino Unido; la primera, de 1940 a 1945; la segunda, de 1951 a 1955. Además de ser un avezado político, Churchill también pintaba, y hasta se destacó como escritor, llegando a ganar un Premio Nobel de Literatura en 1953.
Churchill pronunció diversas frases que han logrado notoria aceptación y popularidad; por ejemplo, decía que “el problema de nuestra época es que los hombres no quieren ser útiles, sino importantes”, y con un gran sentido del humor, sostenía que “la Historia va a ser benévola conmigo, porque la voy a escribir yo”. Antes de continuar citando otras frases de Churchill, vale la pena detenerse un momento en las dos ya referidas.
En esta época de redes sociales, para muchas personas resulta más atractivo ser famoso que prestar un servicio valioso a la humanidad. Pareciera que somos más superficiales y frívolos que en el reciente pasado, e incluso llegamos a dar la impresión de que los demás poco nos importan. Nos hemos olvidado totalmente de la frase atribuida al célebre escritor indio Rabindranath Tagore: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Ahora más que nunca es fácil escribir nuestra propia historia. Las redes sociales facilitan que podamos usar numerosas máscaras, haciéndonos pasar incluso por grandes héroes, aunque en realidad nademos en el mar de la mediocridad, sin poseer ningún mérito o virtud. Vivimos en la época de las apariencias, tratando de emular a ridículos artistas de la farándula. En el campo de la política, Churchill expresó frases como la siguiente:
“La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en la política, muchas veces”. ¡Ojalá algunos de nuestros políticos no necesitaran morir varias veces! ¡Ojalá desaparecieran a la primera! Posiblemente así, no le causarían tanto daño a nuestra tierra de pan “robar”. Churchill también decía que:
“Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”. Un buen deseo para este 2023, consiste en olvidarnos de la bendita “Asamblea Nacional Constituyente”, porque la misma sería el fin de la poca institucionalidad, democracia y libertad que actualmente disfrutamos.