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Posiblemente los jóvenes no identifiquen el significado del título de este artículo, pero los veteranos saben que las situaciones en el país no cambian, que la zozobra en que nos han mantenido durante tantos años es permanente, que los errores garrafales de varios aprendices de brujo incrustados en las más altas esferas del gobierno, son práctica cotidiana; que poner al país a nadar contra la corriente de opinión mundial en materia de relaciones internacionales, es práctica de todos los días; seguimos siendo candil de la calle y oscuridad de la casa, el sonido desgastado de que el gobierno pende de un hilo frente a la amenaza permanente de un golpe de Estado ficticio es caldo de cultivo para las especulaciones de que algo más peludo se esconde detrás de la cacareada defensa de la soberanía nacional.
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La última hazaña de los vampiros de la política, disfrazados de asesores de la primera mandataria, ha sido embaucar a la doña en una decisión que a todas luces es impolítica, inoportuna, falta de inteligencia y de estrategia geopolítica, y un símbolo más de lo que es un país demandando respeto internacional a sus decisiones y, por otro lado, implorando de rodillas, misericordia frente al “odiado imperio gringo”, pero en la mano izquierda, cargando un gran garrote para golpear la mano amiga.
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Las bravuconadas, las rabietas por declaraciones de representantes diplomáticos no se han dejado esperar y nuestra pobre Honduras vuelve a lucir frente al mundo, como un país de caverna.
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Las extradiciones no son un favor o una condescendencia para halagar al “imperio”, son la única tabla de salvación que tiene Honduras frente a la incapacidad de nuestro sistema de justicia para aplicarle la ley a todo aquel compatriota o extranjero que se lucra del tráfico de narcóticos en perjuicio de la misma vida de las juventudes de las Américas. Otra cosa fuera si los narcotraficantes empezaran a amasar sus sangrientas fortunas dándole a probar a sus hijos y demás seres queridos, los maravillosos resultados de la drogadicción, pero no, el delito es matar a los hijos del vecino dejando que los míos solo disfruten de los dineros mal habidos.
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Lo de las fotos de nuestro representante del Estado Mayor y de la Secretaría de Defensa con los represores del pueblo venezolano ya son plato de segunda mesa, la estupidez de esa comparecencia no amerita su mínima discusión.
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Otra medalla de latón le ha sido conferida a nuestro brillante Congreso Nacional, pero sobre todo al lúcido encargado de su presidencia que es el poder omnímodo en ese poder del Estado, él pone y dispone la agenda según su capricho del día, o según le dicte su amo en la sombra. Haber introducido un artículo polémico en una ley transitoria como es el presupuesto del Consejo Nacional Electoral, es muestra inequívoca del placer enfermizo de enredar los procesos salvaguardas de nuestra enclenque democracia.
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¡Señor, que pecado nos tienes pagando!
