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Testarudez, ignorancia crasa o perversidad

La Real Academia Española define testarudez como aquella actitud que rechaza cambiar de opinión o proceder pese a las razones en sentido contrario; ignorancia crasa es aquel desconocimiento imperdonable o garrafal que puede llegar a producir consecuencias graves y perversidad como aquella actitud plagada de maldad y que se hace conscientemente provocando un disfrute de la persona que la comete.

En el gobierno de Libre, en puestos muy sensitivos, funcionan algunos personajes revestidos de una o más de estas características reprochables. Múltiples son los casos en que por satisfacer caprichos personales o perseguir objetivos insustanciales de naturaleza ideológica foránea, no aplicables a las necesidades ni a la idiosincrasia de los hondureños, la sociedad alarmada ha elevado su voz al cielo protestando enérgicamente contra tales disposiciones que amenazan con desestabilizar la débil armonía social que por décadas otros ciudadanos, bien intencionados, han tratado de construir y mantener para lograr abandonar los niveles de pobreza, zozobra y desesperanza en que vive sometido el pueblo desde hace muchísimas décadas.

Para muestra un botón, decían las abuelas, la tan criticada construcción de un centro penal en Islas del Cisne, ha elevado el rechazo unánime del pueblo hondureño y del mundo en general que lucha denodadamente por revertir los daños ecológicos que los mismos humanos le provocan al ambiente sin importarnos si le estamos dando vigencia a las profecías que pronostican el fin del mundo.

Si los ignorantes, por malicia, no creen en el cambio climático, entonces abordemos el tema desde el punto de su costo operativo y desde los múltiples inconvenientes logísticos que ofrece dicha construcción en un paraje declarado “Parque Nacional Protegido”, a más de doce horas en barco desde el puerto más adecuado y a casi dos horas de vuelo; la necesidad de proveer diariamente para el consumo de casi 3,000 personas en dicho centro, de alimentos y de agua potable que no existen en esa zona, serían 150,000 mil galones a razón de 50 por persona, que es el consumo promedio según recomendaciones internacionales.

Que tamaño de transporte se requiere para esa cantidad de suministros; cuantas lanchas en todo caso se requerirían con el consiguiente consumo de combustible para abastecer en forma adecuada estas necesidades. Agréguese a todo esto, la construcción de sistemas de generación eléctrica, de drenaje y tratamiento en tierra de desechos sólidos y todo lo demás que se requiere para administrar un microcentro poblacional como el que hablamos.

Las justificaciones del proyecto, por funcionarios inexpertos e ignorantes, son insustanciales y absurdas; provocan un mayor descrédito y perjuicio a la ya baja imagen del régimen.

Es irresponsable ignorar el rechazo popular y el cuestionamiento técnico de expertos en materia ambiental y de economistas calificados que advierten sobre los altísimos costos de operación y de construcción de infraestructuras colaterales que la economía famélica de Honduras no permite asumir.

Sería más provechoso y barato destituir a los incapaces que embrocarse en una aventura tan imprudente.