Este mes de octubre Honduras se ha teñido de rosa conmemorando al mes del cáncer de mama, que en este país sigue posicionándose en primer lugar de casos detectados.
Los resultados son alarmantes de este padecimiento que puede afectar a una de cada ocho hondureñas, y aunque el cáncer de mama no es una sentencia de muerte, es la primera causa de muerte en las mujeres hondureñas y en Latinoamérica.
La carga de enfermedad que representa el cáncer de mama es desproporcionadamente mayor en los países en vías de desarrollo, donde la mayoría de las muertes por cáncer de mama ocurren prematuramente, en mujeres menores de 70 años. En Honduras sigue siendo compleja la implementación de programas de detección temprana y protocolos de tratamientos estandarizados. La detección precoz y el acceso a tratamiento efectivo sigue siendo un reto para países con recursos limitados, y lo poco que hay es saqueado por la corrupción y el exagerado gasto público por los altos salarios de las cúpulas del poder político.
Pese a ese desastre estatal, existen intervenciones probadas que logran mejoras sustanciales en el control del cáncer de mama, mediante la implementación de lo que ya sabemos que funciona. La salud debe ser un tema prioritario, especialmente, el cáncer de mama como un tumor maligno que se origina en las células de la mama, capaces de reproducirse o extenderse a otras partes del cuerpo.
La detección temprana es vital porque no existe una única causa que pueda generar la aparición del cáncer.
La autoexploración es fundamental para detectar a tiempo posibles tumores y suele notarse en el cambio de la forma o textura de las mamas, areola o pezones, engrosamiento de la piel o masas debajo de ella, hoyos, secreciones en el pezón, piel escamosa o hinchada, además es importante realizarse mastografías o mamografías para corroborar o descartar el diagnóstico, que nos da luz de probabilidad de supervivencia en un 98% de los casos.
El Estado, a través de la Secretaría de Salud, debe implementar campañas agresivas, más que el cáncer mismo, con metodologías multisectoriales para acelerar la implementación de la iniciativa nacional contra este cáncer, comprometiéndose y promoviendo un enfoque integral para la prevención y el control, a través de la educación en salud, la detección temprana, el diagnóstico, el tratamiento y los cuidados paliativos, trabajando en conjunto con la ciudadanía.
La agenda de salud pública debe replantear el conocimiento y comprensión de esta enfermedad para las mujeres, sus familias y comunidades en todo el país. Por ejemplo: gestionar cooperación técnica para mejorar la calidad y accesibilidad de los servicios de mamografía y el entrenamiento del personal que realiza estas pruebas.
Mejorar la calidad y accesibilidad de los servicios de radioterapia y el fortalecimiento de la capacidad para el tratamiento del cáncer en toda la red hospitalaria de Honduras.
El círculo de todos los poderes creados y por crease, deben entender que el cáncer es una enfermedad que debe enfrentarse con el mayor profesionalismo posible, el Ministerio de Salud debe brindar soporte absoluto a todos los hospitales, porque no es con un ibuprofeno que se detiene este padecimiento, es con políticas claras y equipar con última tecnología a salas de oncología, para resultados de vida sana a miles de hondureñas.
Hasta hoy, no existe ninguna especialidad que pueda atender los requerimientos del manejo integral del cáncer, la única “especialidad” es no robar, tener voluntad política y aumentar los presupuestos de Salud y sus diversas áreas relativas a la enfermedad con el enfoque específico de atender todos los aspectos del paciente.
Mientras llega esa utopía, nos corresponde tocarnos para salvarnos.