En medio de tanto escándalo y de los muchos golpes asestados al pueblo desde el propio Congreso Nacional, lo menos que podemos esperar ahora es que se cumpla el anuncio de que finalmente la Junta Directiva de ese Poder del Estado ya sacó de agenda el “negoción” que se pretendía hacer con la nueva tarjeta de identidad.
“El vicepresidente del Congreso, Mauricio Oliva, confirmó ayer (lunes) que la junta directiva del órgano legislativo, en sesión con jefes de bancada, decidió sacar de la agenda el polémico tema porque ha creado muchas conjeturas y suspicacias”, señala el reporte de ayer de EL HERALDO.
Y es que abundan las razones para las “conjeturas y suspicacias” como es el hecho de que después de más de dos años de engavetado, de pronto, sin más ni más, el proyecto de ley es desempolvado y presentado por el diputado nacionalista Luis Javier Menocal, solo que con un costo de 300 millones de dólares más con respecto al original presentado por el Registro Nacional de las Personas que era de 400 millones de lempiras.
Solo gracias a la fuerte presión se impidió que el paquete de 700 millones de lempiras fuera aprobado con celeridad y a ciegas como ya ha ocurrido con muchos otros en la actual administración del Congreso Nacional.
Pero ¡claro!, un negocio de 700 millones de lempiras y los antecedentes para lograr contratos del Estado son poderosos alicientes para que quienes habían orquestado un nuevo atraco contra los fondos públicos, pusieran también en marcha el acostumbrado proceso de “lubricación” de la maquinaria de la corrupción que esta vez consistía en 500 mil lempiras para cada diputado que lo apoyara con su voto en el Congreso Nacional.
Así lo denunció EL HERALDO en su edición del pasado viernes.
No hay duda que el hecho de que se hiciera público el “negoción” y los “cabildeos” para materializarlos son la principal causa de que ahora se haya desistido, como se ha anunciado desde la cúpula del Congreso Nacional.
Tomémosle la palabra al oficialismo en el Poder Legislativo, confiemos en que no nos saldrán con una sorpresa en un futuro cercano, que no recurrirán de nuevo a la oscuridad de la noche o a cualquiera otra estratagema para meterle mano a los exiguos fondos estatales.