Desde hace varios años Honduras cuenta con un ordenado esquema de inmunización de aquellas enfermedades prevenibles con vacunación. La misma Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha venido alabando la fortaleza del Programa Ampliado de Inmunización (PAI) de la Secretaría de Salud (Sesal) reconociendo que la inmunización es una de las intervenciones más costosas y efectivas en materia de salud pública.
No obstante, la llegada de la pandemia del covid-19 en marzo del 2020, por un lado, interrumpió las jornadas de vacunación y por otro le impuso un nuevo reto a la Sesal y a el PAI, consistente en la preparación de una estrategia efectiva para la adquisición de la vacuna anticovid y su aplicación. Si no le arrebatan atribuciones a la Secretaría de Salud, que ha venido trabajando con apoyo de la OPS, la compra de las vacunas contra el coronavirus puede realizarse de manera efectiva y transparente, pensando en el beneficio de los nueve millones de hondureños.
La reciente acción conjunta del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) y del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) para comprarle a AstraZeneca un lote de vacunas para 700,000 trabajadores es un ejemplo de que las cosas pueden hacerse bien cuando hay planificación y coordinación
Las primeras vacunas contra el coronavirus- unas donadas y otras adquiridas por el Estado- que comenzarán a llegar al país en este primer trimestre, según las autoridades sanitarias, serán un alivio para el personal de Salud que está en la primera línea de lucha contra el virus y para miles de personas de la tercera edad, que después de diez meses de pandemia todavía siguen en confinamiento. Asimismo, permitirá el inicio de una reactivación de la economía fuertemente afectada por la crisis sanitaria.
La fortaleza del PAI será crucial en la nueva etapa de lucha contra el covid-19; pero mientras las vacunas no estén en el país nadie debe relajarse, un descuido puede ser fatal.