Los accidentes de tránsito siguen causando muertes y heridos en el país, muchos de ellos producto de la irresponsabilidad de los motoristas y los dueños de las unidades que no realizan las revisiones periódicas que requieren las máquinas, poniendo con ello en peligro la vida de los usuarios, tanto del transporte urbano como de los particulares, así como la irresponsabilidad manifiesta de los conductores de estas unidades.
La situación es grave, pero muy poco se habla de ella. Es un tema que salta a la opinión pública cuando se registran accidentes con un alto número de muertos, aunque todos los días hay personas que mueren por esta causa y muchas más que tienen que ingresar a los hospitales públicos en busca de asistencia médica.
Esta semana, informaba un portavoz del Hospital Escuela, este centro médico registraba un 300% de ocupación y, ¡sorpresa!, el 93% de los internamientos eran por accidentes de tránsito, en su mayoría motociclistas. Decía que el número de internamientos por esta causa entre lunes y viernes era de 10 a 15 personas, y que los fines de semana se duplicaban los ingresos.
Revelaba la misma fuente el alto impacto económico de estos internamientos: entre 50 y 60 mil lempiras diarios, valor en el que se incluyen los costos por atención médica (en muchos de los casos hasta de tres especialistas: ortopedas, médicos cirujanos y cirujanos plásticos), enfermeras, servicios de laboratorio, quirófanos, insumos, medicamentos y alimentación, entre otros. Grave es también que estas atenciones van en detrimento de pacientes de otras patologías que ven postergados sus tratamientos por falta de cupos en el centro asistencial.
Algo se tiene que hacer; el trabajo para disminuir los accidentes y las muertes por esta causa debe ser prioridad de todos y todas, y eso solo se logrará con el compromiso de cada uno en el área que le compete. El respeto a la vida humana debe hacerse prevalecer.