Editorial

Cuesta arriba

Honduras tiene cuesta arriba el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad.

El país ha avanzado muy poco en el largo camino a recorrer para alcanzar las metas propuestas y así lo evidencian las cifras de pobreza, que a pesar de los abultados presupuestos que se aprueban para combatirla sigue creciendo y azotando a más familias a lo largo y ancho del territorio nacional.

Lejos está también de alcanzar el objetivo de poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible; la cobertura universal y gratuita de los servicios de salud; garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad; y la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para toda su población.

El servicio sanitario se enfrenta actualmente a una de las crisis más graves de su historia, también el sistema educativo, y en el caso del agua, la situación es bastante similar.

Según estudios, San Pedro Sula es la ciudad del país con un mayor índice de abastecimiento del servicio a su población (en un 75%), mientras que en Tegucigalpa, la capital, solo el 44% de sus pobladores tienen acceso al agua potable.

Cifras de organismos internacionales señalan que más del 35% de las familias capitalinas no tienen acceso al servicio en condiciones normales (con las represas llenas) y que sus problemas se agudizan en el verano, cuando los niveles de las represas que abastecen a la ciudad se reducen considerablemente.

Las autoridades siguen ofreciendo proyectos para mejorar las condiciones del sistema, pero muy poco se avanza en los mismos.