Cuando una persona, organización, nación extiende sus ayudas y colaboraciones, de manera incondicional, sin ataduras, quien las recibe y acepta, debe demostrar con hechos, y no solo con palabras, el debido agradecimiento por tal muestra de amistad y solidaridad, sin por ello caer en posturas de doble significado.
El gobierno de los Estados Unidos de América remite anualmente a las cinco repúblicas centroamericanas donaciones monetarias no reembolsables, siendo Honduras de las naciones que recibe la mayor cantidad: el 33% del total, equivalente a más de $185 millones, que al cambio actual ascienden a l4,600 millones, fondos que van destinados, principalmente, a grupos de sociedad civil vinculadas con justicia, derechos humanos, seguridad, emergencia humanitaria, alimentos, agricultura, empleo para jóvenes.
Esta semana, el representante de la Unión Europea en Honduras, Gonzalo Fournier, hizo anuncios importantes en este sentido: el incremento de los montos de cooperación para nuestro país de 188 a 240 millones de euros.
En estos tiempos de contracción económica, cierre de empresas, reducción en los montos de inversión nacional y extranjera, inflación, desempleo, toda ayuda proveniente del exterior, sobre todo aquellas que no llevan ataduras y compromisos, deben ser bienvenidas por cuanto significan una inyección a la sociedad y la economía nuestra.
Las relaciones bilaterales con los EE.UU. que por momentos se han visto innecesariamente alteradas deben mantenerse en los niveles óptimos, pensando siempre que en esa gran nación tenemos nuestro principal socio comercial y la casa de más de un millón de connacionales que optaron por irse en busca de mejores condiciones económicas y de seguridad, al igual que con nuestros amigos y aliados europeos, siempre listos a tendernos la mano en momentos de aflicción y apoyo para la construcción de una sociedad más inclusiva.