Dania Marisela Canales Pavón, maestra, de 36 años, fue asesinada la noche del lunes frente a una posta policial en la comunidad de San Antonio de Oriente, en el sureño departamento de Choluteca. Ella era docente en el Instituto Oficial Felipe Agustinus de San Lorenzo, Valle, hasta donde viajaba todos los días para impartir el pan del saber, y cuando retornaba a su hogar atendía una pulpería, hasta donde llegaron los sicarios para quitarle la vida a balazos.Desgraciadamente, Canales Pavón no es la única mujer que perdió la vida de manera violenta en los últimos días en Honduras.
El viernes anterior, Sandy Pamela Mejía Ramos y Yailin Sosa fueron encontradas muertas a la orilla de una calle de tierra que conduce del sector Ticamaya hacia El Ocotillo, San Pedro Sula. Ellas eran compañeras de trabajo, e iban, precisamente, a laborar cuando desaparecieron.
En Honduras, los feminicidios son una de las expresiones más visibles de la violencia contra las mujeres y las niñas, quienes también se enfrentan día a día con diversos tipos de abusos y violaciones a sus derechos en sus casas, sus centros de trabajo, las escuelas y universidades, en las calles, en fin, en casi todos los espacios en los que se desenvuelven.
La situación de verdad es grave y urge de acciones por parte del gobierno y la sociedad para ejecutar políticas que ataquen de raíz las causas de los feminicidios y de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en todos los ámbitos de su vida, y que en el corto y mediano plazo comiencen a verse sus resultados, principalmente en la reducción del número de muertes violentas, al tiempo que se sienten las bases de una sociedad en la cual se garantice el respeto irrestricto de todos sus derechos.
Tienen que actuar con diligencia, investigar y castigar a los culpables para que acabe de una vez por todas la impunidad.