Editorial

Gaspar Vallecillo Molina

Hoy nos toca decir adiós a uno de los más prominentes columnistas de diario EL HERALDO, el doctor Gaspar Vallecillo Molina. Un hondureño comprometido con su patria. Valiente. Sensible.

Era un enemigo asérrimo de la corrupción, pues entendía claramente el daño que este flagelo hace a sociedades pobres, en crecimiento, deprimidas, como la del pequeño país centroamericano que le vio nacer. Así lo expuso en decenas de sus artículos escritos y publicados en esta su casa editorial a lo largo de 29 años, en los que nunca dejó de abordar temas álgidos para la sociedad, entre ellos los relacionados con la inoperancia, la indolencia, la incapacidad y la tolerancia de los políticos hechos gobiernos “que nos han marcado como país atrasado y corrupto”. Era un hombre que consideraba el flagelo de la corrupción una tragedia nacional.

En su artículo “Corrupción sin juicio es corrupción judicial”, publicado el martes 11 de septiembre de 2018, escribía: “Honduras es un paraíso para los corruptos. Son intocables, inmutables, imperturbables y económicamente poderosos para garantizarse impunidad que la justicia por corrupta, otorga en su máxima expresión. Contubernio. Hay infinidad de escritos para documentarnos de los corruptos poco conocidos porque los reconocidos, son los que relucen en la pasarela social haciéndola deshonrosa. Dicen que los ‘buenos somos más’ pero los malos siempre activos controlan a la mayoría pasiva. Cobarde”.

“Nuestro desastre social y político es inocultable incultura y carencia de reserva moral de la caterva política que nos envilece y destruye. Lo sabemos desde siempre y somos responsables de lo que tenemos sin merecer. Sin ética ni moral. No hay honor, lealtad y menos nobleza. Con remiendos no reconstruiremos nunca la civilidad que hemos venido destruyendo”, escribía en su columna “Más de lo mismo” del 19 de diciembre de 2016. Su voz crítica le hará mucha falta a Honduras, el país que deja sumido en una de sus peores crisis políticas y sociales, marcada, precisamente, por ese flagelo que sigue campeando en nuestra sociedad y causando tanto daño a los más desposeídos.