El proverbial abuso, irrespeto y desenfreno de la gran mayoría de los conductores que transitan en la capital hondureña es alentado por la impunidad que genera la falta de control de las autoridades.
Carros y motos en las escasas aceras, automóviles que cruzan el semáforo en rojo, que rebasan por la derecha, que circulan a exceso de velocidad, que no respetan los pasos de cebra poniendo en peligro la vida de los transeúntes, entre otros, son el pan de cada día en un tráfico infernal en el que es mentira que el peatón sea primero.
Si no por garantizar la seguridad de las personas que andan a pie y la de los mismos conductores, las autoridades de Tránsito en conjunto con las edilicias deberían poner interés por los ingresos que percibirían con las multas que se apliquen por las infracciones cometidas.
Pero tampoco hay que negar otro grave problema de la capital: la escasez de estacionamientos en barrios y colonias, zonas comerciales, escolares, entre otros. Los dueños de vehículos pagan una tasa vial municipal cuyo monto ha sido incrementado, pero no cuentan con suficientes espacios para estacionar sus vehículos.
Es necesario abordar el asunto, máxime porque cada año el parque vehicular aumenta considerablemente y con ello los ingresos por concepto de impuestos. Es cierto que ahora tenemos más puentes y mejores calles, pero no se han creado nuevos estacionamientos y los conductores deben ingeniárselas para dejar su vehículo en donde sea.
Lo primero por donde se debería empezar para no seguir empeorando el problema es con los nuevos proyectos habitacionales para que dispongan de espacio suficiente para estacionamiento. Esperemos que las autoridades piensen lo mismo.