Opinión

En la antesala de un nuevo gobierno

Ante el inicio del nuevo gobierno en el país, somos muchos los hondureños que no queremos más de lo mismo: pero al parecer las condiciones no serán precisamente mejores que las de los años anteriores, por lo que invito a los lectores y lectoras, acompañarme a reflexionar sobre los siguientes tópicos que considero deberían inquietarnos a todos los que queremos una Honduras mejor, un ejemplo y esperanza para las nuevas generaciones y para los que ya estamos en el camino de regreso y no nos queremos ir sin lograr disfrutar un cambio.

Sin ser profesional del Derecho ni tener preferencia por partido político alguno, como ciudadana hondureña, considero oportuno opinar que los presidentes del Congreso Nacional y de la Corte Suprema de Justicia en funciones no deberían gozar del derecho a aspirar a la Presidencia de la República porque lo hacen, o lo harían en el segundo caso, en condición de ventaja frente a los otros contendores. Los personajes mencionados por lo menos deberían renunciar al cargo un año antes de las elecciones y así dedicarse al activismo político sin contar con el dinero del pueblo.

Probablemente contamos con muchos otros ciudadanos que pueden dar muy buenos o mejores resultados, pero no están dispuestos a competir en condiciones de desventaja frente a los candidatos que son funcionarios públicos de alto nivel. Ya es tiempo que los que quieran ser Presidente compitan en buena lid, y así se ganarán la confianza y reconocimiento del electorado, aún cuando eso no garantiza su buen desempeño, pero por lo menos se elimina el ventajismo.

Ya un buen sector del pueblo hondureño sabe razonar el voto; ya no se trata solamente del color político, sino que contamos con un electorado decepcionado del partido al que ha pertenecido o del candidato de su partido que participa en la contienda no por sus méritos o su formación, no por su reconocida honorabilidad, sino simplemente o por interés personal. Ya estamos en otro escenario aunque no lo creamos; no somos pocos los que no tenemos interés de beneficiarnos de un determinado partido, unos por ética y otros por desesperanza; pues aspiramos a un buen Presidente de la República, que gobierne para todos los hombres y mujeres del país, ricos y pobres, analfabetas o intelectuales, rurales y urbanos.

No somos pocos los que aspiramos a tener un presidente que sepa potenciar los recursos humanos, es decir que se preocupe por la educación, la salud y la seguridad del pueblo; que valore a los pobres y a los inteligentes, que son muchos, y que podrían brindar un aporte valioso al desarrollo económico y social del país si cuentan con educación y salud de calidad; con un empleo digno para no seguir desintegrando nuestras familias. Necesitamos un Presidente que conozca la realidad del país; que se preocupe por el óptimo rendimiento y aporte de los recursos naturales y humanos al desarrollo económico y social del país. Un Presidente responsable, honesto, pensante y sobre todo, “comprometido”.

De esta forma esperaríamos mejores resultados en la administración pública, mayor seguridad para todos los ciudadanos del campo y la ciudad y por ende, mejor aprovechamiento de los recursos naturales, reducción de la pobreza, menos desintegración familiar y expulsión de la fuerza de trabajo que se forma en nuestras escuelas y universidades, para ir a servir a otro países en puestos no calificados. Tenemos así niños que no conocen a su madre y/o padre, jóvenes que emigraron en busca de empleo, madres y padres que no volvieron a ver sus hijos que emigraron, ni conocen a sus nietos. Esto no sería tan grave si los casos no fueran tan numerosos, y todo para resolver los problemas de pobreza y desempleo en el país, pues los gobernantes no le dan ninguna importancia a esta situación sino que también se benefician porque en este modelo los emigrantes les ayudan a resolver los problemas económicos y sociales que ellos no atienden.

Pedimos al próximo Presidente que preste atención a la familia, la niñez y la juventud; que mantenga el orden que se logró en el presente año en el sistema educativo público, que garantice la salud, la seguridad ciudadana y que diseñe estrategias efectivas para la reducción de la pobreza.

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