Opinión

El domingo 14 de octubre de 2012, en el programa de televisión que presenta el conocido periodista John Stossel en Fox News, el señor Michael Strong informó que se establecerían “Free Cities” (ciudades libres) en Honduras, las cuales habían sido aprobadas por nuestro Congreso Nacional en una votación de ciento veintiséis votos a favor y uno en contra.

En ningún momento mencionó que faltaba la aprobación de la Corte Suprema de Justicia y que ya se habían presentado varios recursos de inconstitucionalidad, pero sí dio a entender que esas ciudades tendrían sus propias leyes y estarían libres de impuestos.

Mi impresión fue la de estar escuchando a un promotor en busca de inversionistas para ese proyecto que tanta controversia ha provocado en nuestro país.

El hecho de saber que se estaban haciendo ajustes a la idea original que presentó el economista Paul Rommer me hizo pensar que el señor Michael Strong, al anunciar su proyecto en esa forma, ya estaba seguro de contar con el apoyo de todas las autoridades de Honduras. Como es natural, me sorprendió y me preocupó la diferencia que noté entre lo que se había comentado en los medios de comunicación hondureños y lo que estaba viendo y escuchando en una estación de televisión norteamericana.
Debo confesar que me sentí aliviado cuando nuestra Corte Suprema de Justicia emitió su fallo definitivo en contra de ese proyecto que, en mi opinión, hubiera causado más daños que beneficios. Sin embargo, lamento que exista la posibilidad de que la imagen de Honduras se vea afectada por la imprudencia de referirse públicamente, como si se tratara de una realidad, a algo que aún no había cumplido con todos los requisitos legales hondureños.

Me imagino que la seguridad con que habló el señor Strong se debió a que no hubo claridad en las conversaciones que tuvo durante las negociaciones para llegar a un acuerdo y a que sus interlocutores actuaron como si tuvieran todos los argumentos necesarios para hacer cambiar de opinión a quienes ya habían expresado su inconformidad.

Es muy posible que creyeran que la Corte Suprema de Justicia compartiría su entusiasmo y trataría de encontrar la manera de facilitar la creación de las que aquí se siguen considerando como “ciudades modelo” aunque el señor Rommer y el señor Strong se refieran a ellas con nombres que las describen mejor: “Charter Cities” (ciudades fletadas) y “Free Cities” (ciudades libres). Lo cierto es que una imprudencia ha dado lugar a que surjan comentarios que dan la impresión de que nuestras autoridades no muestran la seriedad y la responsabilidad necesarias para atraer grandes inversiones.

No se puede criticar que haya prisa por solucionar los problemas que enfrentamos y es comprensible que tratemos de aferrarnos a ideas innovadoras que permiten dar rienda suelta a la imaginación. Todos los avances de la civilización comenzaron como sueños y perfectamente podemos lograr hacer realidad el sueño de que, eventualmente, Honduras se convierta en un centro importante de comercio internacional. Estoy seguro de que esta es una meta que se puede alcanzar confiando en el talento de hondureños que merecen el apoyo de nuestro gobierno para demostrar lo que son capaces de hacer.

Para evitar que vuelvan a presentarse situaciones desagradables que provoquen frustraciones y resentimientos, propongámonos a tomar las cosas con calma, a avanzar con paso firme y seguro, tomando en consideración los límites que impone nuestro marco legal. El fracaso de un proyecto no debe desanimarnos; por el contrario, debe estimularnos a buscar alternativas.

Es lo que ha hecho el señor Strong y, por eso, ya se mencionan varios nombres de países interesados en sus “ciudades libres”.