Opinión

La autorregulación en los medios

La autorregulación en los medios de difusión masiva debería ser una cualidad de los propietarios de radio, televisión, etc., en un intento por humanizar sus audiciones y videorreportajes para evitar que la población consuma contenidos programáticos que abiertamente hacen apología de la violencia y antivalores como la deshonestidad, la mentira, etc.

Los medios masivos de difusión, diariamente destilan sangre por todos lados y con ello, mueven resortes interiores patológicos que promueven celebrar el morbo y la violación al derecho más elemental como es la vida. Los medios comerciales, cuyo fin es el lucro por el lucro, se han convertido diabólicamente en testigos y relacionadores públicos de los asesinos que matan mujeres, jóvenes, personas de la comunidad lésbica gay, así como de líderes y también, de líderes político-sociales, tan solo por pensar diferente políticamente.

La apología de la violencia hecha con primor desde los medios virtuales está fomentando en el país, una exacerbada insensibilidad frente al crimen y la impunidad y que llega a todo público inclusive hasta las retinas de los niños y niñas, sin una regulación responsable.

Hay canales de televisión que se dan el lujo, bajo la consigna del “balance noticioso” y de “ser los primeros en la noticia”, que transmiten escenas atroces de asesinatos que en un país civilizado terminantemente están prohibidas desde hace rato. Allá no solo están autorreguladas; ¡están prohibidas por la ley!

En algunos trechos de las programaciones, en Honduras, televisoras de mucha antigüedad y de gran tradición, se dan el lujo impune de transmitir telenovelas y programas de mal gusto cargados de fuertes actuaciones casi pornográficas que no son propios para la niñez ni la adolescencia y en donde también se imponen valores culturales foráneos muy nocivos a la identidad nacional y proclives a la enseñanza de un vasallaje sutil.

Los medios de difusión no están siendo utilizados para comunicar. Todo lo contrario. Son instrumentos poderosos, desde donde se incentiva una conciencia colectiva para la desmovilización social y la insensibilidad ante el crimen y la violencia; promueven veladamente la corrupción, la impunidad y lo que es peor, mal educan incentivando valores antidemocráticos y autoritarios en la clase política y en la población, lo que es congruente con el plan que tienen determinados grupos de poder, para continuar enrumbando al país hacia un camino fatal, con factura fascistoide.

La violencia visualizada y los formatos enajenantes son un atentado masivo, pero un negocio lucrativo de los dueños de medios. De allí, la pelea cínica por una “libertad de expresión” de mentiritas, que tiene como trasfondo, una cruzada por la libertad de la empresa privada comercial: el pisto es pisto. Por ello, la libertad de empresa es el punto escondido en la agenda de algunos tartufos de la TV y radio, porque el negocio está encima de todo. Incluso de la autorregulación y la “libertad de expresión”.

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