Durante varias décadas, muchas naciones de América Latina salieron de las dictaduras para ver nacer en esta parte del continente Estados Libres consagrados bajo el esquema de la democracia. Unos países siguieron modelos liberales de desarrollo y otras naciones buscaron formas de gobierno socialistas. Ningún sistema ha funcionado. Todas las naciones de Latinoamérica, incluyendo a Brasil, reflejan formas de desigualdad social espeluznantes.
Ante tal fracaso económico y social, la violencia, la pobreza y la falta de trabajo campean desde Tijuana hasta la Tierra del Fuego. Hoy no es correcto hablar de luchas y guerras por el socialismo o el capitalismo, sino que el campo de batalla es la economía y nuestros enemigos son las deudas que no dejan descansar a millones de personas.
No podemos avalar ni dedicar nuestros esfuerzos para lanzar campañas de regalos o fantasías a la mayoría de los pobres iberoamericanos. Infinidad de estudios señalan que aunque regalemos casas nuestros pobres no son capaces ni de pagar los servicios públicos.
La tarea inconclusa de Honduras es la lucha por una libertad económica antes de cualquier otra tarea. Debemos consagrarnos a la lucha personal contra el hambre independientemente de si tenemos o no empleo y dedicarnos a tareas alternativas.
Debemos volver a lo básico; trabajar para vivir, aunque sea desde los más bajo para levantar una nación en vez de vivir mantenidos por el Estado o nuestros padres de familia...