Está bien que descubran y que despidan a los paracaidistas de la administración pública hondureña, ya sea en instituciones donde se combina el dinero del Estado con el que aportan los ciudadanos comunes y corrientes. Este es el caso de la Soptravi, y solo como ejemplo, y el del Instituto Hondureño de Seguridad Social.
Grandes corruptos manejaron ese ministerio y esa institución; uno de ellos apadrinado por el exalcalde capitalino y hoy designado presidencial y el otro por un “líder” de papel que sustituyó a otro fantoche que hizo malabarismos entre un gobierno de izquierda radical y otro que llegó a la fuerza. El resultado: un ministerio y una institución que están en la completa lipidia.
Y está muy bien que se militarice uno y que se intervenga el otro para poner al descubierto a quienes se aprovecharon ya sea para hacer pingües negocios, por lo menos para cobrar sin trabajar, pero lo malo es que al parecer es todo lo que se quiere hacer para “taparle el ojo al macho”.
Si estuviéramos ante un sistema político más honesto, no solo se estaría tratando de descubrir a los corruptos que se beneficiaron directamente. También se estaría tratando de dar a los hondureños una lista de los empresarios y otros vinculados al poder del gobierno que hicieron o abrieron la puerta para los grandes “negocios” o quienes dieron las recomendaciones para darle sueldos a activistas políticos sin necesidad de que trabajaran.