Siempre ha sido una de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y también un arma muy efectiva para el crecimiento económico de un país que ha alcanzado un alto nivel de producción, como es el caso de China.
Pero la devaluación de su moneda puede traer más daños que beneficios para una nación con déficit comercial y que ni siquiera esté en proceso de elevar cuantitativa y cualitativamente su producción de bienes y servicios exportables.
Por supuesto, en el caso hondureño, que ya en julio del año pasado el gobierno del presidente Lobo cedió a las presiones del FMI y abrió las puertas a la devaluación mediante la reactivación de la banda cambiaria, los efectos de la devaluación son muy negativos.
Y es que la única forma de obtener beneficios de esta medida monetaria sería que se aprovechara al máximo la ventaja competitiva que otorga en los mercados internacionales una moneda local débil para incrementar significativamente las exportaciones. Esto a su vez, no solo elevaría el ingreso de divisas para el país sino que también generaría más y mejores empleos y, por ende, más ingresos para el consumo interno.
Pero ya en nuestra dura realidad socioeconómica, los expertos consultados por EL HERALDO señalan que si se materializan los pronósticos que para final del presente año cada lempira haya perdido otros 88 centavos frente al dólar, el resultado sería que los hondureños necesitaremos 9,500 millones de lempiras más para mantener el mismo ritmo de importaciones.
En la práctica, ya buena parte del incremento de precio de productos y servicios es atribuible a la pérdida del valor del lempira con respecto al dólar que desde Julio pasado hasta hoy ha sido de 46 centavos; después de permanecer estable durante varios años.
Como la dependencia con respecto al FMI convierte al actual proceso de devaluación monetaria en algo irreversible no queda más que los productores y exportadores aprovechen las ventajas competitivas de la devaluación en el mercado internacional.
Por la parte gubernamental, la única forma en que puede contribuir a que esta decisión suya se transforme de perjuicio a beneficio es impulsando, mediante incentivos y asistencia reales, el incremento de la producción nacional orientada al consumo interno y a la exportación.