Ni los países ricos desperdician tanto sus recursos como lo hacemos en nuestro país. En la mayoría de situaciones se debe a la cultura indolente de algunos burócratas que absorben enormes presupuestos y controlan el manejo de diversos recursos del Estado. Además, las autoridades fiscalizadoras y judiciales no hacen lo necesario para deducir responsabilidades por el corrupto uso y derroche de esos recursos.
Como si se tratara de una burla, vemos cómo se desprecia al más valioso de los recursos (el humano) con que cuenta la nación. Esto lo evidencia el lujo de desaprovechar recursos humanos capacitados y con experiencia en diferentes áreas, por sectarismo político, por ser mayores de 40 años, o cualquier motivo excluyente en la mentalidad de las élites política y económica, violentando sus derechos. Por otro lado, aún cuando el Estado invierte enormes recursos económicos para la atención médica y hospitalaria, nuestra población de escasos recursos se muere por desatención y negligencia impune; los dineros destinados a la adquisición de equipo y medicamentos se han manejado discrecionalmente dando lugar a sobrevaloraciones, entregas adulteradas, medicinas vencidas o por vencerse. Si hablamos del sistema de educación pública, controlado durante muchos años por la díscola dirigencia magisterial; aún y cuando absorbe el mayor renglón presupuestario de la Nación, sus mediocres resultados no corresponden a lo invertido, manifestándose en los bajos niveles de competitividad, postergando el desarrollo y prosperidad.
No podemos dejar de mencionar que en casi 200 años de vida independiente, ningún gobierno ha mostrado voluntad por incorporar plenamente las diversas etnias al desarrollo, arrojándolas a lo más espeso de la oscuridad, igual que la gente que se ve obligada a emigrar; son recursos humanos que deberíamos aprovechar para hacer producir las tierras de cultivo que se mantienen ociosas, por ignorar que la agricultura es la madre de la riqueza.
Somos un país forestal, pero nuestros bosques son destruidos sin provecho apropiado por los incendios y las plagas forestales, la expansión urbana, etc. Mención aparte, los que talan el bosque subrepticiamente y sacan la madera en colusión con los encargados de velar por su protección. Está también la gente de bajos recursos económicos, depredadores por necesidad para hacer sus covachas; paradójicamente, los extranjeros dueños de aserraderos realizaron su sueño hondureño beneficiándose con la tala “autorizada”.
Nuestros ríos constituyen recursos valiosos que desperdician cada día su caudal llevando directamente sus aguas al mar, mientras grandes sectores de la población no disfrutan de acceso al agua, lo cual impacta en su salud e higiene, aparte que el hambre debilita lentamente a amplios sectores por falta del líquido para producir alimentos; se necesita una masificación de obras de regadío para superar esta calamidad. Desperdiciamos también este recurso al no utilizarlo eficazmente como fuente generadora de energía eléctrica, prefiriendo optar por las plantas térmicas que nos succionan miles de millones de recursos económicos, mediante leoninos contratos.
Nuestras carreteras presentan un espectáculo lamentable. Según denuncias en los últimos ocho años, en papeles se construyeron carreteras y caminos que en la realidad no existen… ¿Qué hicieron con los recursos económicos asignados para esas construcciones y los asignados para su mantenimiento? Puentes se caen, carreteras recién inauguradas se llenan de baches, carreteras secundarias se vuelven intransitables.
Instituciones con enormes recursos como: Conadi, Corfino, Cohdefor, Cohbana, Hondutel, ENEE, SANAA, IHSS, etc., fueron creadas con nobles propósitos, pero manejadas con modelos corruptos, después de algunos años unas están postradas y otras ya no existen. La perversión también ha permitido que por años se hayan erogado enormes recursos económicos alquilando edificios para oficinas gubernamentales para favorecer amigos y correligionarios.
¿Y qué decir del derroche en Ciudad Mateo?
Podríamos seguir mencionando más ejemplos de esta vergonzosa situación; de momento nos llena de optimismo que el nuevo gobierno ha mostrado voluntad para terminar con el “dejar hacer, dejar pasar”, dando los pasos para revertir tanto desenfreno que despilfarra impunemente los recursos con que dispone nuestra nación. Es un reto de grandes proporciones que por Honduras vale la pena.