El presidente Juan Orlando Hernández ha creado un nuevo cargo a nivel ministerial: Coordinador General de Gobierno, nombrando para tal efecto al diplomático Jorge Ramón Hernández Alcerro, compatriota capaz y talentoso que ha prestado sus servicios como diputado en la Asamblea Constituyente de 1982, como funcionario en la Cancillería, como Embajador de Honduras en Estados Unidos.
Entre sus principales funciones están: auxiliar al Mandatario en la coordinación de la administración pública, la planificación estratégica en el marco de la Visión de País y Plan de Nación, la definición de las políticas generales de gobierno y el seguimiento de los objetivos generales y metas definidas por la
Presidencia de la República, apoyando al nuevo gobernante en la evaluación del desarrollo de la administración nacional, la transparencia en la asignación y uso de los recursos y los planes encaminados a modernizar y reformar el Estado. (El Heraldo, 27 enero 2014, p. 12).
Se trata de la creación de un superministerio, cuyos antecedentes históricos se encuentran en la creación del cargo de Ministro General por parte de Marco Aurelio Soto, quien echó las bases de la Reforma Liberal de 1876 a 1883, nombrando en tal puesto a Ramón Rosa (1848-1893).
Ambos personajes se habían desempeñado en importantes cargos en Guatemala durante el mandato de Miguel García Granados, adquiriendo valiosa experiencia administrativa que posteriormente replicaron en su país al echar las bases de la modernización capitalista hondureña, que incluyó la centralización, la apertura al capital inversionista extranjero a fin de incorporar la patria a la economía mundial. Justamente Rosa prometió: “un cambio radical en el modo de ver, de representar y de servir la dignidad, los derechos y los intereses de la nación”.
Para implementar las transformaciones contempladas, contaron con un valioso equipo de colaboradores, entre ellos al antiguo presbítero Antonio R. Vallejo, a los juristas Adolfo Zúñiga, Carlos Alberto Uclés, Jerónimo Zelaya, al militar Luis Bográn, todos hondureños, y entre los extranjeros a Tomás Estrada Palma y Máximo Gómez.
La ideología que compartían era la filosofía positivista, fundada por el francés Auguste Comte y acogida calurosamente en América Latina, desde México a la Argentina. Sus postulados fueron incorporados tanto en la Constitución como en el Código de Instrucción Pública, que renovó la educación en sus distintos niveles colocándola bajo la protección del Estado, separándola de la influencia eclesial y permitiendo el acceso de la mujer al sistema escolar.
“Orden y progreso” eran los postulados que guiaban a los reformadores Soto y Rosa, que aspiraban a una actualización histórica de su país, para dejar atrás el legado tricentenario colonial.
Para poner en práctica el conjunto de reformas, debieron hacer frente a una elevada deuda externa contraída con bancos ingleses y franceses durante los gobiernos del general José María Medina entre 1867-1870 para la construcción del ferrocarril interoceánico que, partiendo desde Puerto Cortés para concluir en el Golfo de Fonseca, conectaría las distintas regiones semi aisladas del territorio nacional. Este proyecto fracasó debido a la especulación y corrupción de los intermediarios financieros.
Al no ser amortizados los pagos, los intereses se fueron acumulando al punto que Honduras llegó a tener la deuda más elevada, per cápita, a nivel mundial.
Fue hasta 1953, durante la Administración Gálvez, que fue cancelada, reducida en sus montos gracias a las negociaciones alcanzadas durante la administración Paz Barahona.
Así, varios cargos administrativos y organismos del sector público, como el Tribunal Superior de Cuentas, encuentran sus primeros antecedentes en nuestro pretérito, a veces lejano, en ocasiones reciente.
Cuando se escriba la historia de la evolución estatal hondureña, cuyo primer meritorio esfuerzo se debe a los sociólogos Mario Posas y Rafael del Cid, con su libro “La construcción del sector público y el Estado nacional en Honduras, 1876-1979”, contaremos con una visión detallada de los prolegómenos de los esfuerzos y tentativas actuales por llevar hacia adelante a nuestra nación.