Opinión

“Fui lo que nunca pude dejar de ser.” (Virginia Woolf.)

Nunca pude dejaré de ser esa fuerza que llevo por dentro, nunca pude claudicar ante mis sentimientos y mis anhelos mayores. Nunca me vi en un solo punto, inmóvil como estatua de sal que poco a poco se llenaría de moho.

Nunca pude dejar de pulir mis pasos y conducirlos hacia una meta, nunca me vi sin mi personalidad auténtica y única. Mis manos nunca pudieron deshojar mis ilusiones porque ellas, de múltiples colores, me desbordaban de risa, de pasión y de esperanza.

Aprendí poco a poco, a moldearme y a desarrollarme como mujer, a quererme y cuidarme como ser humano, a creer firmemente que mi libertad e independencia llegarían el día en que fuera capaz de creer en mí misma, despertando la conciencia.

Nunca me imaginé ciega ni tuerta, siempre vi, leí, comprendí el camino que otras mujeres emprendieron y quise ir tras sus pasos. Al tener una mente más abierta, entendí las condiciones desiguales entre los hombres y las mujeres, bajo un gobierno que las tolera. Y no bajé la guardia, no permití a mis sentimientos sentirse menos, seguí creyendo en que algún día la brecha de esa desigualdad se desvanecería. Y hoy sigo en pie de lucha. Bien lo dijo, Susan B. Anthony (1820–1906), una de las principales líderes del movimiento sufragista estadounidense: “La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano.”

Hoy soy esto: valor, fuerza, pasión, intelecto, una mujer hermosa que apela a la belleza interna en primera instancia, a la paz y a la templanza. Una mujer que admira lo que es y lo que hace, una mujer que cuando fue niña, y luego adolescente encontró libros que la salvaron de la desesperación. Una mujer que pide más escuelas y oportunidad de conocimiento para las niñas de todas partes del mundo. Una mujer que no aprueba la violencia contra la mujer, y que sabe que a todos los grupos oprimidos se les roba la historia y la memoria.

Sé que no soy perfecta, que debo trabajar mucho más con mis defectos, que intento cada día ser mejor. Pienso que el comienzo siempre será hoy, y que “si la mujer tiene derecho de subir al cadalso; debe tenerlo también para subir a la tribuna”.

Mujer: Es tiempo de mudar el viejo gemido de madera, coquetear con trayecto, desvelar a los manjares, hacer buen vino con sabor a viento, a lunar, darse al emborracho de palabras de horas y de escarcha. Cambia tu vida hoy, actúa ahora, sin demora.

¡Feliz día Internacional de la Mujer!

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