Esta es una de las frases que solía acuñarnos a los jóvenes de hace algún tiempo, con respecto a la hembra, un hombre ya entrado en años, que conservaba el espíritu sólido y que en su mente aún acariciaba los recuerdos de un pasado adyacente a su memoria, pero dilatado en el tiempo. Consideraba que siempre hay oportunidad de conquistar a la mujer de sus sueños, todo dependerá de qué y cómo lo haga, porque según su experiencia, no hay muralla que asediada no caiga.
La frase la están utilizando los políticos con relación a la prostituida democracia hondureña y a nuestra vulnerable, débil y mancillada Constitución de la República.
El asedio al sistema republicano y su pronta aniquilación, es una ruta diseñada estratégicamente desde Casa Presidencial, pasando por el Congreso Nacional y estacionándose en el grupo de apátridas de un país que llamamos Honduras, que hoy por hoy, tiene dueño, amo y señor. Creció esta intención a través del rugido del sur, en donde un militar enarboló la bandera de Bolívar para proponer el socialismo del siglo XXI, vendiéndoles la idea narcisista de que por la vía de la reelección los gobernantes de turno pernoctarían en el poder. Gracias a Dios que estos de acá también son mortales.
Ignorantes creen que somos, la verdad es que están equivocados. Lo que no tenemos son “güevos”, “güevos” de pronunciarnos, de reclamar, de gritar, de organizarnos en una verdadera oposición, no a los partidos, sino a la crueldad de los gobernantes y su camarilla y detener esta cruzada. Algunos empresarios están bailando en su elipsis, acompañados de una copa de traición al sistema que les ha permitido vivir en paz y armonía, bailan al clin clin del sonido de monedas que les riegan y recogen, a cambio de esa silente actitud, y lo harán, aún si tuvieran que vender e hipotecar a su propia madre.
La muralla cae porque su ejército ha perecido o porque dejaron flancos abiertos, vulnerables y débiles o porque hay traidores atrás de ella. Esto último es lo que está ocurriendo. El Poder Legislativo introdujo el plebiscito y el referéndum, cual caballo de Troya, en la débil democracia hondureña, so pretexto de consulta directa al pueblo. La intención era buena. Allí empezó a caer la muralla. Traidores dentro y fuera.
Repetir qué artículos constitucionales se han pasado nuestros gobernantes por el círculo donde termina la espalda, ya no tiene sentido, solo queda la ira contenida, la impotencia y la decepción que nos lleva a la inacción.