Y es que mientras la coalición formada por Estados Unidos, las demás potencias occidentales, aliados y hasta por otrora enemigos suyos en la zona, no ven progresos en la guerra desatada a finales del año pasado contra Estado Islámico en Irak, ese grupo yihadista takfirista suní aprovecha también el debilitamiento del gobierno de Bashar al Asad para conquistar cada vez más territorio sirio y agigantar geográfica, política y hasta económicamente su “califato”.
Todo eso le ha despejado el camino a Vladimir Putin y sus sueños de grandeza para Rusia, quien envalentonado por su éxito frente al gobierno prooccidental impuesto en Ucrania, aprovecha la coyuntura para hacer gimnasia bélica, proteger a su único puerto militar en el Mediterráneo, reforzar al atribulado Asad, combatir a Estado Islámico de forma más efectiva y reafirmar a su país como una potencia que debe ser tomada en cuenta después del aislamiento a que fue sometida.
De hecho, ya el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, ha anunciado que también daría la bienvenida a bombardeos rusos contra el Estado Islámico en su país.
Pero si esto fuera poco, el jueves se anunció que también Irán, otro aliado de Siria, que en Irak pelea también contra el Estado Islámico, está acumulando tropas para ayudar al gobierno de Damasco a recuperar el terreno perdido.
Para Estados Unidos, las demás potencias occidentales y sus sátrapas aliados, como Arabia Saudita, al igual que Israel, todo está bien mientras se trate solo de atacar a Estado Islámico. La cuestión es que ese grupo seguirá creciendo si no encuentra una fuerte resistencia que solo puede ofrecer un gobierno sirio fuerte en Damasco, además de que una caída del régimen laico de Bashar al Assad solo abriría las puertas al caos como ha ocurrido ya en Irak y Libia.
En los próximos meses sabremos si esa ofensiva conjunta, iniciada por Rusia desde el aire, y que se espera sea seguida por una terrestre encabezada por las fuerzas sirias y el apoyo de los iraníes, puede lograr lo que no ha podido Estados Unidos y las potencias occidentales: desmantelar el poderío acumulado por Estado Islámico.