La destitución ilegal de cuatro magistrados de la Corte Suprema de Justicia es, sin lugar a dudas, un golpe del Poder Legislativo al orden constitucional del Estado de Honduras. El hecho de que el presidente de la República apruebe semejante violación sin pensar en el juramento que hizo al asumir el poder es una prueba irrefutable de que dos Poderes del Estado se han confabulado para lograr lo que no pudieron hacer los traidores a la patria que tanto daño hicieron a nuestra querida Honduras y que jamás recibieron el castigo que merecían.
Estamos siendo testigos de lo que ocurre cuando la ambición, la incompetencia y la desesperación empiezan a improvisar para tratar de solucionar problemas en una forma que solo puede conducir a cometer más errores que, desgraciadamente, pueden llevar a la ruina a todo el pueblo hondureño.
Tal como lo hicimos cuando impedimos que se vendiera nuestra libertad al tirano que tuvo la osadía de venir a insultarnos en nuestra propia tierra, con la venia y los aplausos de quienes insisten en presentarse como víctimas de una crisis que ellos mismos provocaron, tenemos que volver a unirnos para recuperar la dignidad que se perdió al perdonar lo imperdonable por no tener la paciencia de esperar a que el mundo comprendiera la injusticia que cometió al dejarse convencer por las mentiras que propagaron los que, sin molestarse por leer nuestra Constitución, dieron una interpretación errónea a lo que ocurrió en Honduras el 28 de junio de 2009.
El verdadero golpe de Estado de 2009 fue el que intentaron dar los que quisieron, desde aquel momento, hacer lo que están tratando de hacer ahora sus sucesores y aliados: deshacerse de esa incómoda piedra en el zapato que representa para ellos un Poder Judicial independiente que cumple con el deber de obligar a respetar el marco legal que establece nuestra carta magna. La historia está llena de ejemplos de lo que ha ocurrido en aquellos países que se han dejado llevar por el delirio de quienes se han embriagado con el poder. ¡No debemos permitir que eso ocurra en Honduras!
Señores magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Honduras: ha llegado el momento de demostrar la importancia de la división de poderes en una democracia. No se dejen humillar por quienes han perdido el derecho de ser respetados al no aceptar críticas y al hacer uso de un populismo ofensivo para la gente que pretenden dominar con dádivas que no resuelven sus problemas. Pueden estar seguros de que cuentan con el apoyo de todos los hondureños honrados que deseamos vivir en paz, trabajando como Dios manda para asegurar el bienestar de nuestras familias. A ustedes les corresponde demostrar que nuestras leyes no fueron escritas para violarlas y para ajustarlas a los caprichos de los caciques de turno. Gozarán del agradecimiento eterno de las generaciones futuras si logran impedir que alguien pueda volver a decir que, en Honduras, la justicia se compra.