¿Todo bien, cuando nos siguen haciendo regalos como el caballo de Troya? Solo basta recordar ese artilugio que pertenece a la Odisea -octavo canto- y adquirir conciencia de que algunos objetos por muy majestuosos que parezcan, son funestos.
Que está dedicado a Atenea -sí, no nos cabe la menor duda-, pero hoy día y con base en este ejemplo, estamos conscientes de que Atenea sigue teniendo sus favoritos, sus elegidos.
Qué siguen habiendo “Epeos” diestros y muy capaces para diseñar y construir ese tipo de estructuras en madera -obvio-, están listos sobre todo cuando se gestan calamidades para otros. Y si a esto le agregamos el apoyo incondicional de personas escondidas en escotillas, más la malevolencia de algunos diosecillos el plan se apresta a ser perfecto.
No en vano en informática a un troyano se le conoce como el software malicioso que causará daños en tu computadora, que en apariencia se ve inofensivo pero que lleva inmerso un blackdoor (puerta trasera) que permitirá el ingreso de un usuario no autorizado.
Nuevamente pregunto ¿todo bien? Los caballos de Troya están dentro de nuestra ciudad y tienen claro su objetivo. Destrucción del pueblo, muerte. A diario vemos y sentimos el calor de las teas que nos incendian mientras el olor a carne quemada se mete por nuestra nariz y pulmones. A diario somos avasallados, recibimos heridas profundas y seguimos calmados.
Me pregunto ¿qué tipo de ser es aquel al que le cortan una mano y no reacciona? Somos conscientes de las alzas en los alimentos básicos, en la gasolina, las medicinas son escasas o con precios por las nubes, las escuelas solamente son para algunos, los zapatos están designados para unos pocos.
Siguen de una manera constante los atropellos a los derechos humanos, la muerte está a la orden del día, el olor a sangre es latente en nuestras calles, siguen habiendo sonrisas desdentadas y hambre en muchos rincones de nuestro país.
Prosiguen los pleitos por la tierra, por el agua, por el aire, por el espacio. Y lo más cruel y dañino es que se siguen vendiendo interpolaciones en bolsitas de una libra.
¿Todo bien? O todo en apariencia está bien. Hay que quitar las pestañas postizas, las pelucas con piojos que usaba Luis XIV, total, si los que nos gobiernan están calvos es preferible que se muestren tal cual, y no que pretendan implantar una moda que a la larga solo significó superioridad, símbolo de una aristocracia que fue humillada, una liendre.
De ser preciso, subrayemos con doble línea la frase “el talón de Aquiles” y ganemos certezas en ello. ¡No hay Aquiles eterno… ni caballo de Troya que aguante por más de cinco horas el fuego!
Si no, recordemos de donde viene el mito del nacimiento de Aquiles: “cuando Aquiles nació, Tetis intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en el río Estigia. Sin embargo, su madre lo sostuvo por el talón derecho para sumergirlo en la corriente, por lo que ese preciso punto de su cuerpo quedó vulnerable, siendo la única zona en la que Aquiles podía ser herido en batalla”.
Toda estructura por fuerte que parezca tiene sus puntos de vulnerabilidad. No en vano José Martí dijo: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.