Comienza un nuevo año, la esperanza es que sea mejor que el anterior.
Los ciudadanos estamos a la expectativa, no solo porque un nuevo equipo de gobierno entra a regir los destinos de nuestro país, sino porque por primera vez el Congreso Nacional presenta una composición en la que la mayoría simple y calificada no está en manos de uno o dos partidos políticos, sino que dependerá de una combinación de fuerzas políticas y de intereses económicos.
Las últimas medidas del Congreso Nacional dejan constancia de lo que fue durante sus cuatro años en los que pretendió arreglar al país por la vía del decreto; un Congreso en el que las votaciones casi unánimes sobre decretos cuestionables, generaron muchas dudas.
Sin embargo, aún sabiendo el récord de algunos que se quedan en el poder de la nación, no podemos dejar de tener la esperanza de un mejor porvenir, venga de quien vengan las ejecutorias; por nuestro país, por nuestra gente, por el futuro de las nuevas generaciones es mejor que esto ocurra, es mejor que triunfe el gobierno porque de esa manera triunfamos todos.
Ponernos a trabajar no es un mandato legislativo, es un mandato divino, establecido en el Génesis cuando Dios trabajó seis días sin tregua y solo en el séptimo descansó, así también, es mandato divino el deber de honrar a tu padre y a tu madre, no robar y no codiciar los bienes ajenos; ponerlos en práctica solo depende de nosotros mismos; si cumpliéramos con ellos tendríamos una mejor patria, con menos pobreza, menos mortalidad, menos niños en la calle y menos ancianos mendigando.
Creo que el dinamismo que se pretende introducir en el gobierno de don Juan Orlando Hernández debe contagiarnos a todos, debemos ser positivos y dejar las dudas en el pasado, pero seamos vigilantes del uso del dinero del pueblo, sobre todo hoy, en el que el sacrificio será más alto con nuevos impuestos, menos canasta familiar, incremento a combustibles, alza al cemento, etc. No esperemos que el gobierno nos resuelva todos los problemas, sino que debemos contribuir desde nuestro oficio, nuestra profesión, como padres, como hijos, como empleados públicos o privados, empresarios, agricultores o ganaderos. Formemos con valores pero ilustremos con el ejemplo.
Evite ser como la gallina malvada del cuento de la gallinita ciega, en la que ésta, acostumbraba a escarbar la tierra para buscar su alimento, escarbaba con diligencia a pesar de estar ciega… la otra gallina que veía perfectamente no se apartaba de su lado, pues disfrutaba, sin escarbar, de los frutos del esfuerzo de la otra; esta fábula es similar a lo que ha acontecido en Honduras, mientras parte del pueblo trabaja con diligencia, otra parte se ha aprovechado para enriquecerse sin siquiera despeinarse o ha vivido como parásitos sociales.
Un gobierno honesto, austero, trabajador y fuerte, que predique con el ejemplo, es lo que necesitamos.