Opinión

Única respuesta posible al hambre: convertirla en prioridad

En el año 2000, los países miembros de las Naciones Unidas se comprometieron a “liberar a los hombres, mujeres y niños de las condiciones lamentables e inhumanas de la extrema pobreza”.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecieron metas claras e impulsaron el desarrollo en numerosos países.

No es casualidad que el primero de estos objetivos busque reducir a la mitad la proporción de personas que pasan hambre y viven en pobreza extrema en el mundo para 2015.

Derrotar esos flagelos es un requisito indispensable para alcanzar los demás objetivos.

La buena noticia es que 35 países ya han alcanzado esta meta. Y 17 países -incluyendo a Cuba, Guyana, Nicaragua, Perú, San Vicente y las Granadinas, y Venezuela- han logrado reducir a la mitad el número total de personas subnutridas, objetivo fijado en la Cumbre Mundial de la Alimentación organizada por la FAO en 1996.

No obstante, no debemos olvidar que aún 870 millones de personas pasan hambre, 49 millones de ellas en América Latina y el Caribe. Nuestro objetivo debe de ser garantizar la seguridad alimentaria para todos, en línea con la Iniciativa América Latina y el Caribe Sin Hambre 2025.

Para alcanzar este objetivo necesitamos un enfoque integral, vinculando el ámbito productivo y social, y que responda a las causas del hambre hoy. La inseguridad alimentaria hoy es -fundamentalmente- un problema de acceso a los alimentos. La gente simplemente no tiene ingresos para comprarlos o los recursos para producirlos.

Paradójicamente, el 70% de las personas en situación de hambre y pobreza extrema vive en zonas rurales, y muchos de ellos son agricultores de subsistencia. Si logramos que ellos incrementen su productividad, podremos conseguir que alimenten no solo a sus familias, sino a sus aldeas y comunidades locales.

Varios países de América Latina y el Caribe han comprobado que vinculando la agricultura familiar con los programas de protección social, como la alimentación escolar o las transferencias condicionadas, podremos tener resultados aún más positivos.

Estamos a menos de mil días del plazo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Es el momento para un impulso final en pos de un objetivo más ambicioso: erradicar el hambre totalmente.

Esta debe ser una decisión tomada por toda la sociedad. El derecho a la alimentación es un derecho humano fundamental, y no un acto de asistencialismo, y garantizar la seguridad alimentaria es un deber del Estado.

Cada vez más países ven la lucha contra el hambre desde esta perspectiva de derechos humanos.

Esto quedó claro en el proceso de consultas organizado por los gobiernos de Colombia y España -con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA)- para ayudar a definir los Objetivos de Desarrollo Sostenible que entrarán en vigor en 2015.

Somos la primera generación que puede eliminar el hambre en el mundo. Mostremos que

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