Tegucigalpa, Honduras
Apenas 14 días tenía el avión Gulfstream G200 de haber recibido su certificación internacional para operar cuando se salió de la pista del Aeropuerto Toncontín.
Así lo establece la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) y los registros de la Agencia Hondureña de Aeronáutica Civil (AHAC) a los que tuvo acceso EL HERALDO.
A las 11:15 de la mañana del martes anterior, la aeronave ejecutiva, matrícula N813WM, modelo GALX, tocó la pista del complicado Aeropuerto Toncontín de la capital.
Todavía se desconoce qué pasó con la tripulación y el avión, lo cierto es que ahora el fuselaje se encuentra en pedazos en unos predios atrás de la concesionaria de equipo pesado, Camosa.
Al avión no le ajustó la pista 02, es decir, el extremo norte y al no poder detenerse cayó en la calle que conduce a la colonia El Pedregal, cerca de Camosa.
Para las autoridades hondureñas resulta extraño que un avión de esas dimensiones haya tenido tal percance en una pista que es más que suficiente para ese modelo.
Al mismo tiempo, al revisar junto al equipo de EL HERALDO los registros internacionales, se pudo comprobar que la aeronave es de nueva generación y que recientemente había sido certificada.
La FAA es una autoridad nacional de Estados Unidos, con poderes de regular todos los aspectos de la aviación civil.
Lo anterior incluye la construcción y operación de aeropuertos, la gestión del tráfico aéreo, la certificación de personal y aeronaves.
De acuerdo al registro actualizado de la FAA, el Gulfstream G200 recibió su certificado de operación el pasado 8 de mayo de 2018, es decir, 14 días antes del accidente.
El certificado tenía vigencia por tres años, ya que vencía el 31 de mayo del 2021.
Según los registros de la FAA, el avión es de fabricación israelí y pertenece a Tvpx Aircraft Solutions Inc Trustee.
De acuerdo a las autoridades de la AHAC, el avión prácticamente es nuevo.
La ficha de aeronavegabilidad establece que los motores habían sido fabricados por la empresa canadiense P&W Canadá, con una clasificación estándar.
Asimismo, establece un modelo de motor PW306A y que comenzaron a operar el 26 de septiembre de 2017, es decir, que posiblemente haya sufrido cambio de motor o arreglos, y eso debe ser parte de las investigaciones.
No obstante, la aeronave estaba completamente certificada y operativa para volar de forma segura, afirmaron a EL HERALDO los técnicos y se corroboró con el reporte de la FAA.
Condiciones
El avión ejecutivo era comandado por dos jóvenes pilotos, de quienes hasta el momento se desconoce cuántas veces habían aterrizado en Toncontín.
El mando lo tenía el venezolano Johan Joseph Page Salcedo, de 29 años, y como copiloto venía Alex Castellane Murta, de 27.
De acuerdo a los informes de la AHAC, la mañana del martes era un día perfecto para las operaciones aéreas.
Los vientos eran favorables, no había nubosidad que impidiera la aproximación y la pista estaba en perfectas condiciones.
De acuerdo al reporte de la torre de control, alrededor de las 11:10 de la mañana comenzaron las comunicaciones con la tripulación.
Como toda operación, los pilotos solicitaron el permiso para hacer el descenso, todo en idioma inglés. La torre de control les autorizó entrar por el extremo sur de la pista.
Unos cinco minutos habían pasado cuando el avión entró a Toncontín, pero bien adelantado, lo que generó una extensa cortina de humo.
Entre las 11:15 y 11:16 AMEn la grabación de torre de control solo se escucha la advertencia de que un avión se salió por la pista 02 y que llamen a los Bomberos. |
Fuentes consultadas por EL HERALDO lo calificaron como “un aterrizaje normal que se salió de control en tierra”.
“El avión no reportó absolutamente ninguna falla, toda la operación fue normal”, recalcó la fuente.
Al mismo tiempo, la autoridad confirmó a EL HERALDO que la tripulación nunca hizo dos intentos del aterrizaje.
La aeronave descendió solo una vez y los pilotos quisieron frenarla en vez de volver a elevarla, pero todo lo reflejará la caja negra.
Investigaciones
El titular de la AHAC, Wilfredo Lobo, se reunió ayer durante toda la mañana y la tarde con la Comisión Investigadora de Accidentes e Incidentes de Aviación (CIAIA).
Está comisión es liderada por Mario Cárcamo, de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), con personal de Operaciones y Aeronavegabilidad de AHAC.
Los expertos presentaron información sobre las evidencias recopiladas en la zona de siniestro, al mismo tiempo explicaron sobre los procedimientos que siguieron para el rescate de las seis personas que venían en el avión y el retiro de los escombros.
Al mismo tiempo se informó que esperan la llegada de dos expertos del Centro de Comunicaciones de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB), de Estados Unidos, quienes auxiliarán a las autoridades hondureñas en las labores.
Roberto O’conner, subsecretario técnico de la AHAC, declaró ayer que “se tomaron las evidencias necesarias para poder identificar las posibles causas del accidente y después de eso Aeronáutica se tiene que mover a un área segura para continuar con la investigación”.
Detalló que ahora viene todo el proceso en el que la caja negra dará información de los parámetros que traía la aeronave. Los análisis permitirán identificar cuándo empezó a usar los frenos, a qué velocidad venía y otros aspectos que permitirán entender con claridad lo que pasó.
Por su parte, el titular de la AHAC informó que los resultados de las primeras investigaciones se darán a conocer en un informe preliminar que estará listo en 30 días.
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Expuso que será la CIAIA la que se dedicará a realizar las respectivas investigaciones y él no tendrá ninguna información mientras no termine el proceso.
En tanto, en la zona del accidente se hacían las reparaciones necesarias.
Los restos de la aeronave ayer permanecían abandonadas en un plantel atrás de Camosa, a la par de unos furgones.
Durante la mañana no se observaron técnicos trabajando o investigadores buscando más evidencia.
En el extremo norte de la pista sí había movimiento, un grupo de técnicos hacía mediciones y analizaban el asfalto.
Además se realizaban labores de reparación del cerco perimetral que fue destruido por el pesado avión.
Mientras que en la “zona cero” todo transcurrió como un día normal, en la mañana el personal de la Alcaldía capitalina hizo limpieza y durante el día los carros transitaron como siempre.
En medio de todo han surgido versiones sobre el procedimiento seguido por las autoridades en el manejo de evidencia que, de ser afirmativas, podrían repercutir en millonarias demandas para el Estado.