TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Miles de bellotas pintadas lentamente a mano con barniz de color café y ensambladas milimétricamente sobre una peculiar base hecha con delgados trozos de madera en forma de cono le dan vida a novedosos e imponentes árboles de Navidad.
Alineados unos tras otros, roban las miradas de cientos de conductores que transitan a diario entre el kilómetro tres y siete de la carretera que conduce desde la capital a Santa Lucía.
Sus creadores encontraron en la naturaleza los materiales ideales para salir de la rutina con un árbol de Navidad creado totalmente de forma artesanal.
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Variedad
Desde tempranas horas, en los cerros que rodean El Chimbo se escuchan las risas de varios niños, mezclados con las voces de algunos adultos que guían sus pasos. Caminan juntos, los menores se divierten entre los árboles al mismo tiempo que llenan sus canastas de bellotas.
Para ellos es un juego, pero en realidad es parte del primer proceso -recolección- para crear bellos árboles navideños.
Y es que lo que surgió como una idea para generar un poco de dinero durante las festividades de fin de año hace 15 años, ahora es una tradición que decora los hogares de miles de hondureños en Navidad.
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“Es un negocio familiar, participamos todos los miembros de la familia y gracias a Dios ha tenido mucha aceptación”, explicó Benjamín Ponce, uno de los creadores de los árboles.
El muchacho trabaja intensamente desde tempranas horas, sabe que el espíritu navideño solo se vive una vez al año y es la oportunidad de lograr recaudar un poco de dinero para que su familia tenga también una noche buena para disfrutar.
Los árboles tienen la delicadeza en sus detalles, el color y brillo de la esperanza y espacio en medio en forma de pesebre acolchonado con un poco de pasto para ubicar al niño Dios.
Los árboles de bellotas se venden como pan caliente, uno pequeño puede costar 400 lempiras mientras uno inmenso ronda los cuatro mil lempiras, y para su creación se necesitan no menos de 3,500 bellotas.
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Chiribiscas
Pero no todos los árboles son de bellotas, las chiribiscas tienen un lugar especial en la Navidad.
Atareados con las manos llenas de pintura, en la orilla de la calle se puede visualizar a la familia Lagos. Al igual que sus vecinos, ellos encontraron en los cerros de El Chimbo los materiales ideales para adornar la Navidad. Cada mañana salen a buscar pequeñas ramitas, las juntan con paciencia y las llevan a su improvisado taller.
Ahí las pintan delicadamente y las unen sobre una base para formar preciosos árboles de Navidad. Durante unos 20 años han mantenido viva una tradición y sin importar la competencia con las tiendas y sus árboles sofisticados siempre llegan a los hogares catrachos.
“Gracias a Dios las personas se paran a comprar, nosotros realizamos este trabajo con mucha dedicación, es una herencia familiar desde nuestros abuelos, y ahora ver a nuestros hijos continuarla nos llena de satisfacción”, dijo Ada Lagos.
En su negocio no hace falta un rótulo, pues los árboles de chiribiscas pintados en blanco se logran apreciar desde muy lejos.
A petición de sus clientes, esta familia no solo se limitó a la elaboración de árboles y han perfeccionado una técnica para crear preciosos renos. Miles de ramas, paciencia e ingenio les han permitido mostrar su creatividad.
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“Este año lanzamos dos tipos de renos nuevos, ahora los hacemos que estén acostaditos o sentaditos, las personas han quedado encantadas”, precisó la mujer.
Los precios de los árboles de chiribisca van desde los 100 lempiras, si se trata de un centro de mesa, u 800, si es un imponente árbol para una sala grande. Hay de todo precio.
En el caso de los renos, también dependen del tamaño, los más diminutos cuestan 100 lempiras y los grandes pueden llegar a 1,500 lempiras.
En estos negocios en la salida a Santa Lucía también se puede adquirir coronas para engalanar las puertas de las casas y canastas que sirven de preciosos centros de mesa. Al final, la satisfacción de los clientes es evidente cuando suben a sus carros las bellas creaciones, salen de lo tradicional, apoyan el ingenio de estos hondureños y se contagian del espíritu navideño.