El pequeño de seis semanas de nacido fue bautizado el lunes por la iglesia Ortodoxa de Suecava, al noroeste del país.
Según la costumbre ortodoxa, durante la ceremonia de bautismo los bebés deben ser sumergidos tres veces dentro de una tina con agua bendita y mientras esto ocurría, el bebé comenzó a llorar mucho, pero todos creyeron que se trataba de una reacción normal entre los infantes.
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Sin embargo, a los pocos minutos sufrió un parto cardíaco y pese a ser trasladado a la sala de emergencias de un hospital, falleció horas después.
Una práctica difícil de erradicar
Según se conoció, la autopsia reveló que en los pulmones del menor se halló la presencia de un 'líquido', por lo que la Fiscalía abrió un proceso de investigación contra el sacerdote que ofició el acto.Este no es el primer caso que indigna por la polémica práctica, en octubre de 2020 un sacerdote sorprendió las redes sociales por la violencia con la que bautizó a un bebito.
Tras las críticas de miles de personas, el portavoz de la Iglesia Ortodoxa, Vasisle Banescu, dijo que los líderes religiosos podían verter un poco de agua en la frente de los bebés para evitar este tipo de tragedias.
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Mientras tanto, algunas personas han comenzado un movimiento a través de la internet y las redes sociales para alentar una petición para erradicar este tipo de prácticas y ya superan las 56,000 firmas.
Pero el arzobispo Teodosia, líder del ala dura dentro de la Iglesia, afirmó que este 'ritual no cambiará', 'No nos dejaremos intimidar', agregó.
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