Crímenes

Artículo dominical de Octavio Carvajal: Trajes con polvo

Los hondureños siguen esperando que pronto se lleven unos cuatro hombres de traje y corbata por ser brazos del narcotráfico. Uno de ellos podría presentarse “voluntariamente” ante la jueza Lorna Schofield. Veremos si sonríe como antes

20.05.2017

Tegucigalpa, Honduras
Cuando comentamos en nuestro artículo del domingo anterior que los gringos se hacen los locos con llevarse a poderosos políticos y empresarios ligados al narcotráfico nos referimos a que tenemos meses esperando su captura para no seguir viéndolos aquí dando y exigiendo cátedra de moral cuando no se valen libres porque son bandoleros.

La opinión pública riñe a los periodistas que siempre examinamos a “analistas políticos” sobre diversos temas relativos a corrupción, lavado de dinero, tráfico de tóxicos e impunidad y, de repente, estos “notables” son actores del delito. Un político amoral nos habla de ética y un banquero torcido nos “instruye” sobre economía. ¿Son lavanderos?

Galanes
No somos el único país referente de pudrición estatal pero Estados Unidos, a lo artero, solo se está llevando a los jefes narcos dejando intactos a sus cómplices que aspiran y se ganan diputaciones, alcaldías y el sillón presidencial. Si derriban a los capos, ¿por qué no rozan el rosal de sus enormes picardías? ¿A qué juegan ustedes, embajador Nealon?

Sus jardines están salpicados de narcótico. Llevan careta y ansían limpiar sus vilezas con excusas nada reales. “Yo creí que eran empresarios…” dicen ahora los de corbata. ¡Qué injusticia! Qué amor por la mentira, procurando, a lo imbécil, dormir al sueño. Suena extraño y pesado nuestro argot, pero quienes han mandado con el mundo ruin nos idean tontos.

Carlos Arnoldo, alias “El Negro” Lobo (apellido famoso por la coca), Los Cachiros, Los Valle, “Don H” y otros cayeron por narcos. Wilter Blanco “escapó” por la escolta de oficiales de la Policía. Asomó en Costa Rica, donde lo arrestaron. La masa de ellos aún no canta el nombre de sus amigos. Son políticos y financieros que taponean picos para, según ellos, salvarse del grillete.

Los Cachiros son los únicos que tostaron varios tabiques. Yankel y Yani se fueron, pero pedirán cortejo. Mientras tanto, buena ristra de trajeados sigue aquí intocable. Están felices en la tómbola de los negocios, nada ha cambiado. La justicia local incauta castillos, haciendas y ganado a diversos criminales, pero los grandes siguen de fiesta. ¿Habrá billete por debajo de la mesa?

Bendecidos
Más de lo mismo que capos de la droga estén presos y los de solapa sean loados en iglesias de todos los credos. Insulto total que a escuelas y colegios impongan sus nombres. El acto más execrable para los hondureños que añoran verlos tras los barrotes y no ajando santuarios y hasta la cultura. Tocan todas las entrañas para tapar sus patrañas.

En campaña besan sacerdotes, pastores, apóstoles. Todos, sin excepción, son pervertidos, sacrílegos. La sotana no se pone para honrar bandidos. Rezos del pecado en el nombre del Padre y del Hijo. Oran por los alijos de cocaína cedidos en sus maizales, en mansiones y de repente en el Altar Q. Los del norte están que sí y que no con los corbatudos.

Malditos
Debajo del sobaco andan la biblia. Así transan la palabra sacrosanta. Falsos predicadores del bien que piquean cuatreros de la burocracia. Los púlpitos no son para consentir ni eximir a estos delincuentes de cafetín a cambio de ofrendas con pus. “Maldito el dinero de criminales”, dijo hace un tiempo el cardenal Óscar Andrés Rodríguez.

Si los millones de dólares del narcotráfico infectó el bolsillo de políticos, banqueros y de diversos “genios” catrachos, ¿por qué solo cargan a los capos o congelan sus feudos, sus cuentas y asaltan sus caletas? Los gringos todavía no tocan la alcurnia catracha. Ojo por ojo y diente por diente será su factura por traidores y calculadores.

El inusual silencio del norte preocupa en un año electoral. Sin duda urge tacto con la extradición de fuertes para evitar una catástrofe económica. Sin embargo, tampoco es saludable que los pícaros que tienen salpicado el traje de polvo estén risueños en sus castillos del crimen.

Ahora es el momento. Que caiga quien caiga. Si el gobernante Juan Orlando Hernández Alvarado prometió castigo, que nadie escape, que caigan todos los políticos y empresarios narcos. Ojalá no se enfaden estos “angelitos” por nuestras letras.