Con la avalancha de escándalos en la “ clase política” salpicada por actos de corrupción que van desde atracos al fisco, coimas en el fútbol mundial, lavado de activos y narcotráfico, seguro que a mitad y antes de concluir este año veremos mil sorpresas con evidencias de capos de la droga que casi eran como miembros de un consejo de ministros.
La caída ruidosa de narcos aquí tiene con flujo a buen mazo de políticos cuyos emporios subieron como la cerveza. Unos tocaron sitiales de jefes gracias al apoyo de los narcos. Protección total y trueques ricos por la droga. Devis Leonel Rivera Maradiaga, el jefe de Los Cachiros, así lo confesó. Falta por cantar su hermano y Fabio Lobo. ¿Quiénes caerán?
Patastera
No enredemos las cosas. Devis Leonel, el otrora invitado de muchos, fue quien soterró a Fabio Lobo, quien solo se autoculpó de narcotráfico y luego negó todo alegando que la Fiscalía estadounidense lo había obligado. Su tesis fue desestimada. Falta la confesión del lobito. Vamos a ver cómo les va a ciertos inquilinos de gobierno.
En cierta ocasión, mucho antes de que lo arrestara la DEA, el heredero de La Empalizada visitó en compañía de otro olanchano un negocio cercano al bulevar Morazán en Tegucigalpa. Un agente anticorrupción fue testigo de una cita para auscultar pesquisas contra un empresario que también le atontan las lavanderías, pero de dinero.
Para el cachiro, Lobo era vital en juntas con personajes del régimen anterior. A Olancho viajaron muchas veces en helicópteros escoltados por aire y tierra. Tuvieron capillas en haciendas de acaudalados de la zona, productores de granos básicos y de palma africana. La jueza Lorna Schofield tiene las fotitos del recuerdo. Se miraban tan enamorados.
Cuentos
Devis Leonel, al igual que su prole y otros presuntos narcotraficantes presos en Estados Unidos, ya no tiene nada que perder. Le quitaron todo, hasta el último centavo. En cambio, sus socios de corbatín saben que los gringos no les eximirán sus vilezas. Por ahí andan unos que creyeron descarrilar a Los Cachiros y estos los hundieron por infieles.
Las extradiciones las ejecutó la actual jefatura. En las pasadas más bien hacían dupla en los narcocorridos. ¿Olvidaron la puerta negra? ¿Ya no recuerdan las rancheras donde evocan el nombre del hermano de un expresidente liberal? Tan brutos de droga estaban que a nadie de ustedes les suenan los caros gustos por el tabique. Hijos míos, ¿por qué se pervirtieron tanto?
Enemigo
Crece el titubeo de los narcos de traje al posponerse la sentencia del cachiro para octubre próximo. ¿Cuántos más resultarán untados con los coros de Fabio Lobo, de Wilter Blanco, de “Don H” y de aquellos que siguen con grillete por sus besos con el mundo narco? Hay un “banquero”, perdón, blanquero que anda medio bravo por estos puntos.
¡Tranquilos amigos! Vayan buscando, como hacen otro un buen ramillete de reporteros para que les eleven la impúdica cara. Sus “hazañas” trituran las matanzas de pandilleros de la calle. Sin tatuarse cada quien tiene su propio cementerio. No se tiren el cuento que ni sabían con quiénes posaron para las cámaras si sus orgías huelen a potrero. Malvivientes.
Mundial
Cada nicho guarda un estorbo. Una descarga de tiros suficiente para acabar con sus conserjes, pero no pudieron quitar del camino al cachiro y su familia gracias a la DEA. Por eso hoy están hasta el gorro y ojerosos.
Ponen la cara de mansos, de santos y de mensos, pero son pillos. Tanto fue el cántaro al agua que por fin se rompió.
Incontables maldades que de pronto a los cachiros solo les faltó presidir un consejo de ministros en el mundial de fútbol de Sudáfrica. ¿Tan lóbrego fue el pasado reciente? ¿Cómo es que ahora sale la Fiscalía “indagando” contratos del gobierno anterior con ese cartel del atlántico?
Enrejados se mirarán más bonitos. A la jueza Schofield le embrujará tenerlos de frente para seguir la hebra y llegar al final de la madeja de sus transes en alta mar y en Olancho. Veremos si parlan las mismas puterías o salen empalizados.
Perdonen el lenguaje “hombres justos” es que aquí así es como decía don Medardo Mejía.