LEMPIRA, HONDURAS.- Soy una adolescente que va todas las semanas a una biblioteca Blue Lupin de Lempira. A medida que leo, crezco de otro modo, pero también descubro frontalmente el mundo y le encuentro más y más sentido a lo que expresó Aynd Rand: “La pregunta no es quién va a dejarme, la pregunta es quién va a detenerme”.
Esta frase la he asociado con cada situación de desigualdad que he visto. El “vos no podés”, “esto es de hombres” o “los hombres son racionales y las mujeres emocionales”.
A medida que leo, crezco de otro modo, pero también descubro frontalmente el mundo.
No son simples palabras; recordemos que las palabras también son parte de la realidad; no son frases sin intención que se maquillan bajo una forma de “humor cultural”, son estigmas clavados en lo más profundo del corazón de cada niña y cada mujer que ha sido blanco de comentarios o acciones machistas para hacernos sentir inferiores.
En nuestras familias, la agresión adquiere tono de confianza y se vuelve chiste y, lo más doloroso, como si no fuera suficiente, la validación de la ofensa de los hombres es que muchas mujeres se vuelven emisarias de estos comentarios desnaturalizando el liderazgo de las niñas y mujeres.
Este es el momento de empezar a hacernos visibles, mostrar nuestro aporte al mundo, alzar nuestra voz y lograr que esta sea escuchada. No tengamos miedo en nosotros existe un potencial que trasciende la negación y la mezquindad.
Cuando escucho relatos de mujeres emprendedoras, empoderadas y exitosas que se han hecho visibles en nuestra sociedad, ocupando lugares de liderazgo, mi espíritu se ensancha de alegría y me convenzo de que esas personas deben ser referentes para admirar y ejemplos que debemos seguir. Pero también hay que esforzarnos para que más historias positivas de niñas y mujeres que fueron negadas salgan a luz y veamos que la historia también la hemos hecho nosotros.
Cuando me invitan a conversatorios donde las niñas son las protagonistas como en las Bibliotecas Blue Lupin, siento que se me escucha, a mí y a otras niñas, y que todas somos un solo corazón que se expresa sin miedo; vuelvo a creer que la lucha y la causa que defendemos tiene sentido y saboreo la esperanza. Vivo despierta mi sueño de que las mujeres y niñas tengan voz y sean reconocidas por el mundo entero.
Me alegro de saber que formo parte de una generación que se levanta para recordar la defensa de los derechos de las mujeres y niñas. Espero recorrer ese camino que conduce hacia un futuro libre.
Quiero dejar mi huella de esperanza y amor en los corazones de las niñas y las mujeres, leyendo mucho, formándome y participando sin miedo.
Hoy es un buen día para comenzar a caminar. Yo lo hice, tomé un lápiz y un papel y comencé a escribir sobre mi mundo, y estoy clara: voy a contar historias de niñas y mujeres que viven en nuestra realidad; contaré de su fuerza, sus logros y sus pesares, porque la justicia no puede esperar y debemos erradicar la discriminación hacia la mujer. Quiero dejar mi huella de esperanza y amor en los corazones de las niñas y las mujeres, leyendo mucho, formándome y participando sin miedo, preparándome para un nuevo amanecer donde las mujeres y niñas nunca más sean invisibilizadas.