GRACIAS, LEMPIRA.- Las oportunidades y los riesgos conviven en proyectos como el Festival Internacional de Poesía Los Confines, y cuando la línea entre ambos es muy difusa hay que sentarse y trazar los límites que puedan aclarar cuál es la situación que prevalece.
Su director, Salvador Madrid, lo sabe. Y como lo sabe ha trazado un plan para el largo plazo, porque está claro, el festival no puede reducirse a una semana de actividades, debe estar vigente a lo largo de todo el año para generar no solo una agenda en el corto plazo, sino todo un plan de acción que se asimila a la siembra: sembrar la semilla en tierra fertil, hacerla crecer y esperar, con paciencia, que dé fruto, y ese fruto es el que tendrá un efecto multiplicador.
“El festival va creciendo, consolidando la idea original que nació hace ocho años: hacer un festival de poesía que también iba a convocar la crónica cultural y adicionalmente tejer una relación con las artes visuales, con la literatura infantil y el fomento de la lectura, porque tiene una fuerte relación con las Bibliotecas Blue Lupin y con todo el trabajo que se hace en Gracias”, señala Madrid.
El poeta y gestor cultural reconoce que los retos de hacer un festival en América Latina son totalmente diferentes a los retos que puede enfrentar un festival en otra parte del mundo, porque, para empezar, Honduras no tiene una política cultural que apoye estas iniciativas, “y muchas veces dependemos de las buenas voluntades de las personas que llegan a los gobiernos”.
Pero más allá de la estela de imposibilidades que puede arrastrar un festival de poesía, este se ha forjado y posicionado más allá de los límites geográficos, incluso más allá de las barreras idiomáticas.
Prueba de ello es que figuras prominentes de la poesía en inglés, como Robert Pinsky y Tyehimba Jess, son parte del grupo de poetas que han confiado en el Festival de Los Confines y han decido ser parte de él.
“El hecho, por ejemplo, de tener a Robert Pinsky, y de tener al primer Premio Pulitzer de Poesía que viene al país, como Tyehimba Jess, nos dice que el festival va agarrando un buen nombre”, dice.
Madrid es consciente que a la par de ese crecimiento del festival viene el reto de consolidarse como equipo, “para prepararnos mejor”. Es así que el festival buscará generar un calendario de actividades para todo el año.
Pero, ¿qué debe contemplar esa programación extendida? Madrid señala que este calendario deberá contemplar tres ejes: formación de gestores culturales, formación de voluntariado cultural y formación de un equipo de traducción multicultural que abarque entre ocho y quince idiomas.
Estos son retos que les ha planteado el festival a lo largo de los años, tomando en cuenta que desde ediciones recientes se comenzó a publicar libros de autores invitados, muchos de los cuales tienen que ser traducidos al español.
“Para traducir a Pinsky se reunieron seis traductores de diversos países de América Latina para hacer el libro, lo mismo sucedió con Tyehimba y con Kristos Koukis (Grecia). Para hacer este festival detrás hay más de 20 traductores”, detalla el director, y agrega que hasta ahora todo ese trabajo se ha hecho gracias a la buena voluntad de traductores, pero es necesario realizar ese taller de traducción.
Solo este año se publicaron en el marco del festival 32 libros, de los cuales 15 fueron traducidos al español, esto les exije alcanzar otros estándares, por lo que también se tendrán que realizar talleres de edición y gestión editorial.
“Realizar el festival de aquí en adelante requiere de un equipo que no solamente va a tener la capacidad de realización de eventos, sino de habilidades intelectuales y profesionales multidisciplinarias, que respondan a los retos de la traducción, la edición, la distribución de los libros, el tema de comunicar el festival más allá de las redes sociales, un festival que esté atento a la vida cultural del país para abrir oportunidad a más autores hondureños, un festival que genere espacios para periodistas que están haciendo la crónica cultural desde hace muchos años”.
Madrid avanzó que del Festival de Los Confines se desprenderá el Taller de Los Confines, una plataforma de becas para escritores jóvenes, que les permitirá formarse por un año y tener contacto con especialistas, para que puedan consolidar un libro al término de ese período.
“Tenemos que consolidar también la red de periodistas culturales que hacen la crónica cultural y publicar en forma de libro, porque esa narrativa cultural es la que va a permitir el crecimiento del imaginario literario, sino es imposible”, finalizó.