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“El abecedario del frío”: mujer que se desdobla

Un poemario sobre el abandono es lo que presenta la escritora Perla Rivera. Desde el desdoblamiento y la multiplicidad, la poeta muestra a una mujer que ha aprendido a sentir
24.03.2024

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Casi siempre evito escribir en primera persona este tipo de textos, pero “El abecedario del frío” (2023) de Perla Rivera me invita, o quizá pueda decir que me exige referirme a él en primera persona.

Probablemente tenga esa necesidad porque este poemario se siente como una plática profunda con una mujer que ha aprendido a sentir y a decir lo que le sucede, se siente casi como una confesión, una muy hermosa, por cierto.

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Hay en “El abecedario del frío” una mujer que se desdobla, y es una idea que sostiene casi desde el inicio del poemario hasta el final.

Esta idea se hace evidente en los versos de “Encuentro”: “He convocado a aquellas que se repiten en los / senderos de mi cuerpo, / que han amado seres cuyos apellidos se tatuaron en / mis cicatrices...” (pág. 15), aunque la idea ya había sido sugerida antes: “He sido víctima de mí misma” (pág. 14).

También recuerda esta construcción a los versos célebres de Clementina Suárez: “Yo soy un poeta, / un ejército de poetas”.

En los versos de “Como una matrioshka”, se refuerza esa idea de la mujer múltiple con una imagen de una referencia que ya tenemos culturalmente instalada: “Soy aquella que puede habitarse / como se habita una ciudad. / Una estación de rostros femeninos / con ojos que desbaratan los gritos” (pág. 21).

En estos versos no es casual el uso del pronombre demostrativo, porque la mujer que es “aquella” en este poema, es muy probablemente una de “aquellas” del primer poema citado en esta reseña. Ya el título “La otra” sugiere de nuevo el desdoblamiento o la multiplicidad, basta leer el inicio para que quede claro: “Ella ruge dentro de mí” (pág. 23).

Lo curioso de esta construcción es que hay una animalización de la acción, es probablemente una superlativización de la actitud, dado el estereotipo de las cualidades de una leona: fuerte, dominante, invencible, reina.

Otro desdoblamiento se encuentra en el poema “Rastro”: “Hice una ruta por los cuartos desordenados, / buscándome (...) me busco en los sitios más sagrados de la casa, / algún rastro que me lleve a tu nombre” (pág. 29).

Esta idea de la mujer desdoblada, de la mujer múltiple en Rivera me deja, además, la idea de que los versos: “Y nos ve morir, morir, morir” (pág. 13); “abuela, se esconde un grillo que canta, canta, canta” (pág. 19), transmiten también una multiplicidad, no es una mujer la que muere, son muchas que van muriendo dentro de la mujer, así como no es una mujer la que canta, sino que son muchas las que lo hacen.

Así, posiblemente, cuando se va una mujer, no es una mujer la que se va, sino que lo hacen la una detrás de la otra. Pero a pesar de que esta sea una idea transversal en el poemario no considero que sea la tesis central.

“El abecedario del frío” es un poemario sobre el abandono, la declaración de intenciones del libro se encuentra en sus primeros versos: “Mi primera pérdida fue a los diez años” (pág. 11).

A partir de aquí va planteando la idea del recuerdo y de la nostalgia, que son expresiones tal vez del abandono: fotos, un café frío, “te amo” no dichos o la muerte.

Rivera nos propone un conjunto de poemas que hablan del dolor, pero no un dolor dramático o uno que sirve solamente para abrirse las heridas porque sí, es un dolor que se reflexiona y que la resiliencia del yo poético le permite encontrar una especie de reivindicación, aunque sea en el olvido, como bien dicen los versos: “Aprendí a olvidar — sobre la marcha— / así como se aprende un idioma / mientras vamos tachando en la agenda / el número de sueños permitidos” (pág. 24). Versos que considero, además, que son de los mejor logrados en el poemario.

Una de las principales cualidades de “El abecedario del frío” es que propone desde el principio sus ideas, las hilvana y las hace progresar y evolucionar a través de los poemas, como es un abecedario.

Y todas forman parte de una sola trama. Logra también conjugar el fondo con la forma, y por último debo decir que logra un conjunto de poemas sencillos, sentidos, profundos y con madurez estética y de pensamiento.