Gracias, Lempira, resguardo de cultura, historia y tradición

GRACIAS, LEMPIRA.- Situada en el corazón del occidente hondureño, memoria de un pasado colonial que sigue vivo en su fachada, y resguardo de una identidad forjada con la lucha de los pueblos indígenas, Gracias, Lempira, es más que una expresión homóloga de gratitud.

Fundada a mediados del siglo XVI por los conquistadores españoles, esta ciudad no es solo una de las más antiguas de Honduras, sino también un testimonio vigente del legado colonial que viste sus calles empedradas y su arquitectura bien preservada, que invitan a recorrer un pasaje rico en historia, tradición y cultura.

El historiador Rubén Darío Paz nos recuerda que a este destino inicialmente se le conoció con el nombre de Gracias a Dios, pero con el correr de los años llegó a ser bautizado como simplemente Gracias, resaltando el hecho de que era un paso equidistante entre Comayagua y la Ciudad de Guatemala.

“Su crecimiento urbano fue lento, pero al estar vinculada a numerosas poblaciones indígenas de la región, varios grupos religiosos se afincaron, entre ellos mercedarios y franciscanos, tanto que, a la fecha, ahí están sus iglesias coloniales como testigos en el tiempo”, introduce el experto, quien apunta que Gracias sigue conservando un importante casco histórico, superado únicamente por Choluteca y Comayagua.

Desde el 2017 este destino occidental ha sido cuna y hogar del encuentro cultural más grande de Honduras: el Festival Internacional de Poesía Los Confines, que año con año da la bienvenida a más de una veintena de poetas y autores del mundo y los invita a leer, conocer y compartir.

Pero es justo el nombre de este evento el que también alude a otro hecho histórico de la comúnmente llamada “Ciudad de Los Confines”.

“Debido a su crecimiento y ubicación geográfica estratégica, las autoridades coloniales instalaron allí la Real Audiencia de Los Confines, un máximo tribunal de justicia que abarcaba una amplia jurisdicción”, explica Paz.

El título refleja el papel histórico de esta tierra como un límite o frontera administrativa y judicial durante el período colonial. La combinación de su ubicación geográfica estratégica y su relevancia histórica como sede de una de las más altas cortes de justicia de la época en Centroamérica le otorgó a Gracias este significativo sobrenombre.

El poeta y gestor cultural Salvador Madrid, fundador y actual director del Festival de Los Confines, acredita a esta ciudad “un pasado impregnado de historia donde se inserta gran parte de la cultura lenca y mestiza, sus grandes personajes, el linaje lenca, su variante del idioma español, pero sobre todo ese centro legendario de los grandes relatos de identidad nacional, de resistencia y soberanía vinculados a la imagen del cacique Lempira”.

A ello se suma una cultura vibrante y diversa, marcada por festividades tradicionales que celebran las raíces indígenas de esta tierra fértil.

Como un tributo a la identidad lenca resalta el Guancasco, que tiene lugar en diciembre de cada año, entre Gracias y Mexicapa (un barrio de tradición indígena absorbido por el crecimiento urbano). Mientras que, por su parte, cada 20 de enero la virgen de Santa Lucía visita a San Sebastián.

Caminar por Gracias es retroceder en el tiempo, con cada esquina narrando historias de su pasado colonial.

“Desde sus iglesias y catedral, la ciudad exhibe una importante gama de estilos, entre los que destaca una serie de altares barrocos, algunos aun repujados en laminilla de oro. El mejor ejemplo del barroco provinciano en Gracias es la Iglesia de Los Mercedarios. Nada despreciables son los retablos interiores de la Catedral de San Marcos”, describe el historiador.

Asimismo, alude que, a pesar de los daños ocasionados con el terremoto de 1915, Gracias continúa resguardando una serie de edificios civiles, privados y religiosos, que es importante conservarlos. “Con justa razón a Gracias se le declaró Patrimonio Nacional”, ratifica Paz.

Por su parte, este tesoro del occidente cuenta también con una planta renacentista. El historiador y docente explica que, si nos situamos en un lugar alto y divisamos la ciudad, “nos damos cuenta de que estamos ante un plano en parrilla”, afirmando que sus plazas, iglesias y monumentos le dan ese distintivo. “A la fecha se siguen conservando antiguos zaguanes, casas con patios interiores, entejadas”, detalla.

Y aunque este municipio no cuenta con cementerio colonial, el historiador asegura que sí es notable la diversidad de estilos en tumbas y mausoleos, que reflejan diferentes conceptos y gustos familiares.

Salvador Madrid, en su calidad de gestor cultural y huésped de las bondades que esta tierra de Lempira le ha compartido en su estancia de casi una década, enlista los monumentos, edificaciones y tesoros naturales que deben ser considerados una parada obligatoria para pobladores y visitantes de cualquier lugar.

La Iglesia La Merced (o Iglesia de Los Mercedarios), la Fortaleza San Cristóbal, Casa Galeano, Casa de La Villa, la Iglesia de Mexicapa, las Aguas Termales Presidente y el Parque Nacional Celaque son tesoros de esta comunidad.

Además de algunas casonas históricas como Casa de La Ronda, la Casona de Mito Galeano, el edificio de la Alcaldía Municipal, la antigua Escuela Normal Mixta y la Casa de la Cultura.

“Es muy importante volver a estudiar y a conocer profundamente la ciudad de Gracias para valorarla y rescatar su maravillosa historia, su cultura y desde luego crear una estrategia de promoción y posicionamiento en la oferta turística nacional e internacional. Pero, sobre todo, se debe hacer una urgente inmersión para salvaguardar su memoria, que está en riesgo, toda su magia oral, su gastronomía, sitios de interés, patrimonio cultural tangible y ecológico”, advierte Madrid.