TEGUCIGALPA,HONDURAS.- Su obra se caracteriza por hacer de la figura femenina el epicentro del mensaje. Detalles en lámina dorada y plateada unifican conceptos y elevan experiencias.
Keyla Morel ha hecho de estos 25 años de carrera artística un propósito de vida. Por medio de su academia, busca dejar legado de todo lo que ha aprendido y construido. Pero también cuestiona la necesidad de valorar esta profesión como parte de la cultura del país.
“Resplandor de mujer” es el título de su más reciente recopilación de lienzos que, a su vez, representa su primera línea trabajada en acuarelas. Y como una antesala a la inauguración que tendrá lugar mañana jueves 8 de diciembre en el hotel Real Intercontinental, aquí una entrevista con la autora, que con su academia este 2022 ha cruzado fronteras con exposiciones en Nueva York, Italia, México y Ecuador.
Hábleme del concepto de esta muestra y del significado que tiene para usted.
Me siento bastante contenta con esta oportunidad, porque hace tiempo tenía deseos de exponer acuarelas. Justo ahora estoy dando clases virtuales sobre esta técnica, entonces, cuando se presentó la oportunidad y me invitaron, yo dije: “este es el momento indicado; tengo los materiales y estoy practicando constantemente”.
Se me ocurrió que podía hacer una muestra fuera de lo común. La acuarela, convencionalmente la conocemos como una técnica bien aguada, de hecho yo la doy así en la clase, pero también se puede hacer más sólida y causar un poco más de efecto de difuminación. Además, quise intervenir las acuarelas con láminas, que es algo que no se ha expuesto aquí y que las personas me han visto hacer en óleo y acrílico. Ha sido toda una experiencia.
Ahora bien, se llama “Resplandor de mujer” porque está hecha por una mujer, una que juega mucho con lo dorado, lo plateado y que quería que el nombre tuviera algo de brillo. Aquí incluyo un pequeño grupo de obras que son coleccionables, pequeñitas. Digamos que hay opción para todos.
¿Este tiempo de experimentación que ofreció la pandemia tuvo alguna incidencia en que retomara esta idea?
Sí, esto de las acuarelas tiene un poco de historia. Por una situación de pandemia y por un tema familiar de salud, tuve que irme un tiempo de mi casa para cuidar de alguien muy querido. Justamente sucedió a la semana siguiente de que cerró el país. Sí yo tenía que hacer algo, prácticamente me tenía que trasladar. Y así fue durante unos meses.
Pero como yo no puedo estar sin hacer nada, me preguntaba “¿qué hago?”, porque no estaba en mi casa, no tenía mis materiales, no tenía nada y quería producir. Fue ahí que se me ocurrió que la acuarela es de lo más sencillo. En ese tiempo produje unas piezas muy bonitas porque estaba combinada con el sentimiento de lo que pasaba a nivel personal. Eso fue lo que detonó el deseo de profundizar un poco más en esta técnica.
También sucedió que tuvimos que cerrar la academia en su formato convencional. Empezamos con las clases virtuales, por lo que tuve que retomar todos los temas de todas las técnicas. Fue en realidad un reencuentro con la acuarela, porque yo la había practicado antes, solo que esta vez lo hice con más profundidad y le agarré un cariño especial.
Además de ser una artista consolidada y de trayectoria, se dedica a la enseñanza del arte. ¿Qué despertó esta otra faceta en usted?
La verdad es que también hubo otro tema emocional. Justo antes de empezar con la academia, yo estuve en un proyecto en el que trabajé con un amigo, Ulises Rivera, que era lo máximo justamente en acuarela. Él era un referente a nivel centroamericano y también daba clases.
Platicando, él me decía que llega un punto en donde lo que queda es dar lo que uno ha aprendido, porque finalmente cuando uno se desarrolla en esta carrera, ha sido un estudiante del arte; ha visto qué cosas funcionan, qué cosas no, y más cuando uno es bien curioso. Me contaba sobre lo satisfactorio que era y tantas cosas alrededor. Ni siquiera habíamos terminado el proyecto cuando él murió, y fue precisamente lo que él decía: “estoy dejando un legado atrás”. Son cosas que me pusieron a pensar.
Por otra parte, las personas me preguntaban mucho que por qué no enseñaba. Y es que, al ser mujer, tengo una ventaja en nuestra sociedad en cuanto a la docencia, porque los padres de familia y las personas tienden a confiar un poco más en nuestro género. Era lo que recurrentemente me sugerían y yo creo que eso, sumado al deseo de ir dejando un poquito de escuela en lo que uno ha aprendido, fue lo que lo que al final me convenció para comenzar.
¿Cuál es la visión que la Academia de Arte Keyla Morel proyecta en sus estudiantes?
En la academia nos hemos propuesto proveer no solo de educación artística a los estudiantes, sino también de oportunidades y plataformas que los impulsen. Yo soy de la idea de que no todo tiene que ser de una sola manera. Hoy en día hay gente que emprende en temas de ropa, adornos, etc., siempre relacionado con el arte. Y es que podemos involucrarlo en un montón de situaciones, comercializar con nuestro talento. En nuestro tiempo y situación de país, la gente tiene que aprender a ser creativa, resiliente y autosuficiente.
Cuando yo empecé no tenía contactos, y me di cuenta de lo cerrado que era el mundo artístico. Entonces, con la academia estamos obstinados en lograr que la gente que realmente quiera sobresalir en la parte artística pueda hacerlo. Expusimos ahora en octubre en Nueva York, y lo hemos hecho además en Italia, México, Ecuador. O sea, estamos moviendo y posibilitando oportunidades para que estas generaciones crezcan, y no estoy hablando solo de niños y adolescentes, porque también tenemos alumnos de 85 años.
Se habla de la necesidad de crear y potenciar plataformas que visibilicen el trabajo de los artistas. Pero, ¿cómo formamos a un público que lo consuma y lo aprecie?
Creo que esa es una labor que hoy en día la debería de promover sobre todo el gobierno, porque el artista es el que anda haciendo lucir al país fuera de las fronteras, muchas veces con un gran sacrificio. Hay ciertas instituciones muy buenas, como el IHCI, por ejemplo, que ayudan a gestionar los eventos, pero el grueso del dinero lo pone uno; pasaje, alimentación, transporte, etc.
En segundo lugar, pasa que se ha perdido mucho, con el tema de los celulares y la tecnología, la costumbre de visitar las galerías y los museos, potenciar estos espacios. Generar ese público básicamente tiene que ver con la cultura, porque hay personas que pagan 100 mil lempiras por una pantalla de televisión que saben que se va a devaluar tan rápido, al contrario de una obra de arte. Tienen la capacidad de comprar algo así, pero se escandalizan si una obra hermosa cuesta unos miles de lempiras. Incluso esa fue una de las razones por las cuales yo comencé a escribir un poquito sobre arte, porque hace falta que la gente empiece a verlo con el valor que merece.
Finalmente, ¿qué opinión tiene sobre la idea de vivir del arte en Honduras?
El arte hondureño es una cosa maravillosa. Hace poco, en una Bienal del IHCI, curadores internacionales dijeron que Honduras puede estar atrasado en muchas cosas, pero no en el arte. Sin embargo, otro grave problema aquí es la mentalidad. Yo incluso tengo un alumno pequeño que me dijo que quiere ser artista, pero que los papás ya le dijeron que de eso se iba a morir de hambre. Y él, en su inocencia, está reflejando lo que sucede en el día a día en nuestro gremio, en todos los estratos sociales.
Tenemos tanto talento, somos herederos hasta de lo que hacían los mayas, pero con la promoción de esa mentalidad, lo que incentivamos es un montón de gente frustrada, porque su vocación era ser artista, y acaban viviendo de cualquier otra cosa. Yo misma tuve que salirme de ese paradigma y apostarle a la filosofía de que hay artistas a los que les va bien y otros a los que les va mal. Tiene mucho que ver con actitud, empuje y convicción.
Hay que buscar dedicarnos a algo que realmente nos apasione, porque la vida es efímera, y levantarse a trabajar todos los días en algo que no nos gusta, aun teniendo las comodidades materiales, es una desgracia. Mucha gente toma esto como un hobby, no necesariamente porque así lo quieran, sino porque no ven la posibilidad de convertirlo en una carrera, cuando sí es posible.
El mundo entero está lleno de arte. Mucha gente, y me voy a incluir yo, nacemos con una vocación súper marcada, y qué bello sería que cada quien pudiera ubicarse en esa realidad en la que se sienta como pez en el agua.