Danlí, Honduras
A sus 75 años, José Francisco López asegura que quiere a Danlí, pero no la defiende del aspecto conservador de su sociedad.
Su anhelo es ver una ciudad progresista, donde todos se puedan ver y llevar como hermanos. Este escritor de cuatro libros sobre Danlí así le responde a EL HERALDO.
En sus 75 años de vida, ¿qué es lo más agradable que le ha pasado?
Haber conocido a Cristo, porque él se convirtió en mi fortaleza. El temor a él me da sabiduría y cimenta mi vida en una roca sólida.
¿Cómo era su vida antes de conocer a Jesús?
Yo era un vagabundo de la sociedad, no me importaba nada. El centro de mi vida era yo mismo, padecía de un egocentrismo. No era más que una ave sin alas queriendo volar.
¿Parrandero y jugador me lo imagino?
No era parrandero, jugador de deportes sí. Me gustaba jugar fútbol en mi juventud. Fue en los tiempos cuando surgió el primer equipo en Danlí, el Club Colón, pero donde yo jugué fue en el Atlético de Danlí y después en el Club Colinas.
¿Y de su niñez en la ciudad de las colinas que puede contarnos?
Fue una niñez vivida bajo el amor de mi madre Consuelo del Carmen López, ella fue en mi vida el aliento, el suspiro y el latir de mi corazón. Ella hizo grandes sacrificios para educarme. Después del apoyo de Dios, me eduqué por los esfuerzos que mi madre realizó.
¿Y su papá?
El doctor Roberto Gómez, con él viví unos meses. Viví con mis abuelos paternos en El Hatillo, pero a la edad de ocho años me les escapé, me les fui en 1949 porque no recibía el amor paternal.
¿Se escapó?
Sí, y solo. Fue una aventura de la que todos se quedaron sorprendidos. Mi mamá, feliz al verme, pero a la vez un poco preocupada porque ella sabía que mi papá tenía dinero y con él iba a tener todo, pero el dinero no siempre es lo más importante; lo más grande en la vida es el amor.
¿Entonces creció en Danlí?
Crecí, me eduqué, vivo en Danlí, es una ciudad que quiero pero no defiendo.
¿Por qué?
Por el aspecto conservador que tiene la sociedad.
¿Usted quisiera una sociedad más progresista?
Así es, quisiera que todos nos miráramos como hermanos, fraternalmente, sin sentirse ninguno más que el otro, sin mirar con indiferencia al que tiene menos, que todos nos miráramos por igual.
Por eso en mis escritos he dado a conocer que hubo tres ninfas sociales, que fueron Comayagua, Santa Rosa de Copán y Danlí, pero hoy esas ninfas desaparecieron.
¿Usted es docente?
Sí, estudié en el Instituto Departamental de Oriente (IDO) y me gradué de maestro de educación primaria en ese mismo colegio en 1961, promoción Ramón Rosa.
¿Por cuántos años ejerció la docencia?
Por 20 años. En 1983 me pensionaron por aspectos nerviosos. Es que nunca me gustó ser un calentador de asientos, siempre andaba allá de líder afrontando los problemas. Esto en aquellos tiempos, cuando el magisterio era reprimido por las autoridades. Todo eso me ofuscaba y me afectaba cerebralmente.
¿O sea que era medio revolucionario?
Exactamente. Era muy revolucionario. En aquel tiempo las ideas izquierdistas eran las que deambulaban, pero uno se cuidaba de no estar al frente de una manifestación. Esas eran ideas de jóvenes, que si no tienen base, cimiento, columna, entonces se derrumban.
¿En qué escuelas dio clases?
Trabajé en El Paraíso, fui director en la Escuela Francisco Morazán de la comunidad de El Pescadero y luego en Danlí trabajé en la Manuel de Jesús Gamero y en la Escuela Nicaragua.
¿Usted ha escrito algunos libros?
Desde joven empecé a escribir, en eso sí agradezco a mi padre, él me ayudó. Comencé a escribir en el semanario El Semáforo, de Tegucigalpa; mi papá lo leía y me decía: “Vos tenés una vocación de escritor y veo que te gusta la poesía. Debés practicar, escribir”.
Y eso me animó porque yo era muy acomplejado debido al rechazo que tuve en mi niñez de algunos familiares de mi papá y de la sociedad. Superé eso, empecé a escribir.
¿Cuál fue su primer escrito?
El primer escrito que hice -está inédito- se llamó “La cenicienta ausente de oriente”, que se refiere a la sociedad de Danlí.
Ahí escribo los nombres de los escritores de Danlí, criticándoles por su manera de ser, pero al conocer a Cristo lo leí nuevamente y dije: no, esto queda en mi conciencia, en mi conocimiento, porque Dios me ha enseñado que no debo señalar.
¿Y en qué año conoció a Cristo?
En 1986, en Hombres Cristianos de Negocios, luego me congregué en la iglesia Amor Viviente de Danlí, después fui presidente del movimiento Gedeón Cristiano, de cual fui presidente en Danlí, y aquí en Tegucigalpa fui tres años presidente.
¿Qué concepto tiene de la fe?
El que no tiene fe no tiene en verdad la convicción de que vive. La fe es la convicción de lo que no se ve, con la certeza de lo que se espera. Es una especie de fuerza que no la vemos pero nos hace descansar y nos da alivio en cualquier situación.
¿Por qué cree usted que está en esta vida?
Porque es un propósito de Dios, no solamente porque soy profesional, soy humano, porque Dios quiere que le sirva a él.
¿Cuál ha sido su momento más triste en la vida?
Haber perdido el latir, el efluvio, el aroma, la esencia de mi vida que fue mi esposa, hace cinco años ella partió al más allá, pero en mi corazón ella siempre vive.
¿Ahora qué piensa de la muerte?
Que es una resurrección a una nueva vida, una vida eterna.
Si en este momento el Señor le preguntara qué ha hecho por su prójimo, ¿qué le respondería?
Señor, me falta mucho, pero he hecho lo mejor, aunque aún hay muchas cosas en mi vida que debo cambiar. Pero ya tengo lo mejor, que es la misericordia hacia mis semejantes.
¿Cómo desearía morir?
Bueno, en la paz del señor, porque estando en él vienen tormentas de enfermedades, de diversas amarguras, pero todo es felicidad.
¿Cómo quisiera que lo recordaran?
Como un hombre que respeta a sus semejantes, como creyente en Cristo.
¿Usted es orgulloso?
Todo humano es orgulloso, me falta mucho para poder dejar ese comején. Siempre está aquello que si usted me hace una mala mirada yo me siento mal y eso porque todavía en mi vida no hay humildad, no me da pena decirlo, se la he pedido a Dios.
¿Cuántos libros ha escrito?
He publicado cuatro: “Plenilunio lírico cultural danlidense”, que se trata sobre tradiciones, leyendas, costumbres de la zona oriental; el segundo se titula “Matices de cantares”, que es dedicado a Dios, versado bíblicamente; el tercero es “Perfiles al viento”, que trata sobre Danlí y algunos de los ciudadanos que han sobresalido y el último “Aurora y atardecer”, que se refiere al génesis, infancia, puericia, adolescencia, esencia y juventud, que es la aurora de todo humano, y atardecer se refiere al crepúsculo de los años donde ahora estoy yo.
¿Y le ha ido bien con la venta de sus libros?
El primero fue uno de los más vendidos en la Librería Guaymuras allá por 1994. Con los demás me ha ido bien en los lugares que he visitado como maestro jubilado.
¿Qué cargo tiene en la Sociedad Literaria?
Soy miembro del tribunal de honor, somos cinco miembros.
¿Y a quiénes juzgan en ese tribunal de honor?
Es para el cumplimiento del reglamento. Si alguno no lo cumple y falta tantos meses consecutivos, no se presenta, entonces se le llama la atención; además aquí se ven los requisitos de los que quieren ingresar a la Sociedad Literaria, aquí en el Instituto Hispánico soy secretario al exterior.
¿Es soñador?
Soy soñador en lo eterno.
Si pudiera cambiar algo de usted, ¿qué cambiaría?
Mi carácter, es que es irascible, todavía me falta como le dije esa humildad. Mi anhelo es llegar a ser humilde.