ESTOCOLMO, SUECIA.-Son las 8:30 de la noche en Estocolmo, Suecia, y la claridad se resiste a marcharse, como si fuera de día, las amplias calles por donde camina sin prisa la gente siguen iluminadas de ese resplandor natural del cielo, mientras en Honduras, al otro lado del océano, comienza la mañana.
Los suecos, la mayoría altos, de piel blanca, bien vestidos, con su porte europeo caminan de una lado a otro, bajo un clima de serenidad impresionante, donde el respeto a la normas de convivencia ciudadana se lleva intrínseco.
La calle Birger Jarl es una amplia avenida, rodeada de una arquitectura que combina lo antiguo y moderno, con árboles en sus aceras, tiendas de reconocidas marcas, restaurantes y otros negocios.
La vía parece una autopista donde toparse con un bache es imposible y tampoco se ven promontorios de basura en las esquinas.
Por el centro de esa avenida circulan los vehículos, un poco más a la orilla el autobús, más al extremos está la ciclovía por donde van cualquier cantidad de bicicletas de pedal y eléctricas, motos en pequeña escala y los scooter o patines eléctricos, estos últimos, se han vuelto uno de los principales medios de transporte en la ciudad.
También funciona el metro de Estocolmo, donde los trenes circulan a cada momento, con una moderna estación central llena arte, así como la mayoría de estaciones.
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EL HERALDO en su visita a Suecia vivió la serenidad de la gran ciudad, donde la palabra violencia no resuena en su vocabulario y les extraña ver en acción a la policía por el bajo nivel delictivo.
Sí se percibe el malestar por la crisis entre Rusia y Ucrania, situación que genera muchas manifestaciones de protesta, una de ellas es que algunos los conductores cada vez que pasan frente a la embajada rusa suenan la bocina del carro.
Una voz automatizada en sueco anuncia la aproximación a la siguiente estación adentro de bus azul articulado con dos vagones y de pronto dos patrullas con las sirenas encendidas detuvieron el tráfico un momento.
“The police...the police, susurraban los pasajeros, curiosos de ver. El suceso era que un grupo pequeño de personas marchaba por la zona y la policía los resguardaba. Pero aún con la seguridad que los rodea, en Suecia recomiendan no confiarse y guardar bien las pertenencias porque siempre puede haber alguien que abuse de la confianza con que llegan los visitantes.
Pese a que es un país con migrantes, siempre hay algunas manifestaciones de racismo, pero no es lo general. En las calles se puede ver a familias integradas por suecas y suecos que se han casado con personas que llegaron de otros países.
Uno de los principales problemas para los latinos al momento de llegar a Suecia es el idioma, debido a que su lengua nativa es el sueco de difícil pronunciación y entender, pero si alguien también domina el inglés no tiene ningún problema, la educación es de alto nivel y la mayor parte de la población domina un segundo idioma.
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Desarrollo
Los mismos suecos cuentan que en siglos pasados Suecia fue golpeada por la pobreza. Muchas personas vivían en casas de madera en el centro de Estocolmo, pero con el paso del tiempo, con gobiernos que trabajaban para su gente y condenando la corrupción, lograron crecer. Siempre le apostaron a la educación reduciendo los indicadores.
Suecia con una población similar a la de Honduras, con alrededor de 10 millones de habitantes, sigue siendo una monarquía, es decir, tiene un rey con su familia real, pero con poca incidencia en las decisiones políticas que se puedan tomar para gobernar.
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En este país al norte de Europa no hay universidades privadas y todas las personas tienen acceso a la educación gratuita en todos los niveles académico. La misión es sacar profesionales de calidad, afirman los mentores de los centros educativos, de lo contrario les daría pena decir que salieron de su institución.
Para garantizar una mayor seguridad financiera en los negocios de Suecia está desapareciendo el dinero en efectivo, en pocos establecimientos comerciales aceptan las Coronas, que es la moneda oficial, no es el euro como en otros países de Europa.
Tampoco se aceptan el pago con dólares, aunque todavía se hallan casas de cambio y las tarjetas de Honduras, ya sea de crédito y débito son reconocidas en los negocios, sin mucho problema.
El costo de vida es muy alto para una persona procedente de Latinoamérica, debido a que un tiempo de comida no tan costoso ronda las 140 a 200 coronas, entre 14 y 20 dólares, es decir entre 400 y 500 lempiras.
Por la ventana de bus se puede apreciar una enorme bahía, llena de barcos, rodeadas de edificios antiguos, restaurantes y aves blancas imponentes que planean sobre el espejo de aguas oscuras del mar Báltico.
Estocolmo está sobre 14 islas de agua del lago Mälaren y las aguas saladas del mar Báltico, donde la gente provecha a disfrutar de los cálido meses de mayo a inicios de septiembre, debido a que en la mayor parte del año el clima es frío.
Djurgarden es de las mayores atracciones para los suecos y extranjeros, pues en todo el malecón hay diversión para toda la familias, desde paseos en ferri, exposiciones fotográficas, museos y restaurantes sobre el agua.
Entre los museos más atractivos está el Vasa, donde puede conocer de cerca una de las más poderosas embarcaciones del siglo XVII que naufragó y es el único de esa época que ha sobrevivido.
También está el museo Vikingaliv donde narra toda la historia vikinga, por esa misma zona se ubica el museo ABBA, en honor al grupo musical sueco de los años 80, famosos en todo el mundo y muchas otras atracciones.