El destacado científico Napoleón Galo Jordan, que lidera cirugías de infertilidad a nivel mundial, recibió las cámaras de TicTac en su casa de El Progreso, ciudad donde “la gente me ha hecho grande y estoy agradecido con todos mis pacientes por esa confianza”.
Junto a su esposa, la doctora Fárida Chévez, y sus cuatro perros, conocimos a este galeno que más que sus logros o títulos se destaca por su don de servicio.
¿Qué recuerdos tiene de su niñez?
Mi padre fue superintendente de la compañía frutera de la United Fruit Company, entonces puedo hacer una remembranza sobre el libro “Prisión verde” de Ramón Amaya Amador.
Tuvimos una vida apegada a la industria del banano, crecimos en esos campos, pudimos tener una vida de abolengo, pero mi padre fue siempre un hombre muy sencillo, nunca quiso que nos apartáramos de la realidad y de la gente, a pesar de sus altos puestos. Estudiamos en la escuela de la Tela Rairold Company y me gradué en 1963 de la Escuela Policarpo Bonilla, posteriormente fui al Instituto San José en El Progreso en 1968 a estudiar el bachillerato en el que participé en un concurso a nivel nacional donde alcancé a ser el mejor bachiller.
¿O sea que era un buen estudiante?
Mi mamá se preocupaba porque casi no estudiaba, pero es que tenía una buena memoria para los datos y se asustaba por mis buenas calificaciones. Siempre fui travieso, siempre traje un dote de investigador, una vez desarmé un radio porque yo quería ver si adentro había una persona hablando. Me inspiró el doctor Ramón Galo, mi tío, quien me regalaba cosas de medicina, estetoscopio, jeringas y nos disfrazábamos de doctor con mi hermano.
Desde que estaba en el colegio sabía que quería ser médico. Mire, yo empecé a planear mi vida y estoy viviendo lo que planeé. Lo que no planeé fue mi casamiento, ja, ja... Yo vine soltero de México, que lo considero mi segundo país, fui a sacar el título a Puebla e hice mis estudios de especialización e investigación, y fue aquí donde me enamoré.
¿Cómo conoció a su esposa?
Era visitadora médica y fue un flechazo, ya estaba trabajando aquí en El Progreso y al año nos casamos y luego vinieron los hijos, tenemos 31 años de matrimonio y han sido felices a pesar de que somos personas distintas. Yo soy metódico, pero desordenado porque yo crecí en un ambiente de trabajadoras. Ella es de El Corpus, Choluteca y es muy ordenada... Fárida ha sido y es una gran luz en mi vida.
¿Usted inició sus estudios de medicina en la UNAH y luego se fue a México?
Así es. En el 69 fui a Tegucigalpa e ingresé en el primer año de medicina, imagínese que fui testigo del conflicto que había entre El Salvador y Honduras. Mi tía tenía su casa en la colonia 15 de Septiembre que a dos cuadras fue bombardeada por aviones, fue el 14 de julio de 1969, yo ni estuviera contando esta historia, mucha gente niega ese bombardeo, pero sí existió, fue una etapa difícil, y tuve que incorporarme a trabajos médicos siendo estudiante de medicina.
¿Fue su padre su mayor ejemplo?
Sí, don Francisco Napoleón Galo fue un gran ejemplo, escritor y político. Fue alcalde de El Progreso, rotario, fundador de la biblioteca, aportante de la Casa de la Cultura... Recuerdo que en 1982 yo me encontraba en el consultorio y vi por las ventanas un grupo de carretas que era el modo de transporte de El Progreso y me dio depresión, y mis amigos en México departiendo en Samborns, y me vine para la casa, y le dije a mi padre: “Me regreso a México”, él con una voz pausada me respondió: “Usted no se va, caballero, porque viene a servir a su país”. Y mire, aquí estoy.
Si no fuera doctor, sería...
Fuera colega suyo. Me encantan las cámaras, me siento como pez en el agua, me desenvuelvo bien. Manejé el programa “Consejos de salud” de Radio Progreso, mandábamos casete tres veces por semana en aquel tiempo y luego fui director de “Consejos de salud” de Teleprogreso.
Usted ganó en el 2014 el premio de mejor ginecólogo de Latinoamérica, España y Portugal, un gran logro personal y también para Honduras.
Sí, fue en Lima, Perú, algo maravilloso para mi carrera, el premio lo otorgó la IOCIM, que es la Organización Internacional para la Investigación Médica, del cual soy director ahora.
La delegación mexicana es la que más se identificó conmigo en ese acto por ser el primer hondureño en lograrlo, competí entre 1,500 médicos, y el jefe de la delegación mexicana se levantó y puso la bandera de Honduras a la par de la mexicana, y me dijeron que es un triunfo de ellos también porque tenía sangre hondureña, pero formado en México.
Muchos creen que usted es el mejor del país en su especialidad...
Yo trabajo en excelencia científica y académica para mis pacientes, y serán ellos los que nos juzguen, en ningún momento hemos trabajado por premios, esos han venido por añadidura, sino que estamos para servir a la población.
Como especialista en fertilidad, desde hace años viene haciendo labores investigativas del ovario poliquístico y que son pioneros del tratamiento curativo...
Empezamos a hacer estudios de investigación con un grupo de trabajo del hospital Cemesa sobre ovarios poliquísticos e hicimos un cambio en los procesos y estudiamos más de 900 pacientes y esos estudios se presentaron en un congreso médico en Panamá en el 2016 y llegamos a la conclusión de que muchos problemas de infertilidad se podrían resolver con el procedimiento del drilling ovárico, esto se consolidó en Punta Cana cuando se hizo una presentación a la comunidad médica, lo que nos ha llevado a la palestra internacional.
¿Usted lidera esas operaciones?
En el último trabajo que presentamos de drilling ovárico son más de tres mil y llevamos el primer lugar mundial en la recanalización de trompas uterinas con más de ocho mil, hemos resuelto muchos casos y no solo en el país, sino pacientes de México, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia, que han venido a tratarse.
Cada nacimiento de un niño y cada agradecimiento, ¿qué significa?
Eso es lo mas bello, es lo que no tiene precio: su felicidad y agradecimiento. Los pacientes son mi vida, para mí no es un trabajo, es mi pasión. El día que abandonara mis pacientes abandonaría parte mi vida, porque yo me uno a sus expectativas al ayudarles.
¿Varios niños llevan su nombre, me imagino?
Sí, a muchos niños les han puesto Napoleón, ja, ja, ja, llevan el nombre del papá y el mío, sobre todo en gemelos.
¿Alguna anécdota?
Fui el primero que hizo la inseminación artificial en Honduras, hice un estudio a una muchacha que no podía salir embarazada, eso fue hace más de 20 años, la operé sin cobrar un cinco y ahora el cipote estudia medicina en la Católica.
¿Le han pedido meterse a la política, doctor?
Sí, cuando se acercan los eventos políticos le hablan a uno, pero eso significaría sacrificar lo que tanto me ha costado que es mi profesión. Como personas honestas que somos dejamos ese espacio abierto como sucedió con el doctor César Castellanos, el “Gordito”, amigo personal en el Hospital Escuela, un hombre honesto que no era político. Tendría que pensarlo, pues todo gira alrededor de mi carrera, he sido propuesto al premio Príncipe de Asturias que solo lo ha logrado el doctor Salvador Moncada. La propuesta no vino de mi país sino de unos científicos sudamericanos que han visto los logros de mi carrera y consideran que tengo méritos para ser propuesto y con solo el hecho de pensar en mí es un honor.