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Roberto Budde: 'Soy un periodista que no escribe de política sino sobre cultura '

Fotógrafo, documentalista... ¿Cómo se describe a sí mismo Roberto Budde? “Soy un periodista que no escribe de política sino sobre cultura, pintura, literatura y mi gran pasión, el cine”

27.09.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Sí, recuerdo sus notas de cultura y críticas de cine. “El internet nos dejó sin trabajo, ja, ja, ja”. ¡Ah! También es un hombre que dice las cosas como son, “caigo mal por decir la verdad”.
Así es Roberto Budde, como pocos o ninguno. En un café en el Parque Central se sentó con TicTac para repasar su vida.

¿Usted es capitalino?
Sí, nací en Tegucigalpa el 21 de abril de 1954, el mismo día que mi mamá, le llegué de regalo. Dice mi madre que desde que tenía cuatro años era muy inquieto, fregaba demasiado, entonces me mandaba al cine con la trabajadora y me daba pasquines o periódicos para entretenerme, y a mí me gustaba. Todos los días me mandaba al cine para deshacerse de mí y esa fue mi vida de niño. Cuando estaba en la Escuela Centroamérica del barrio Abajo no iba a la escuela porque estaba en el cine, allá me iba a buscar mi mamá o me llevaba en el río, en el puente de hamaca de El Chile.

¿Cuántos hermanos?
Tengo dos hermanas que viven en Estados Unidos y tuve un hermano que está muerto, fue un jugador famoso de Olimpia y seleccionado, Lico Budde. A mi hermano lo mató su mejor amigo, el que hizo Frijol el Terrible, Carlos Salgado, como andaban bolos, fue por el 69 donde la bebida era más fuerte, trastornaba a la gente.

¿Qué recuerdos tiene de sus padres?
Mucha gente me critica porque yo siempre he sido revoluco y mi mamá era gran cachureca, fue una de las fundadoras de la Mancha Brava, eran mujeres guerrilleras, eran más fuertes que los hombres. Mi mamá no salía de la casa si no llevaba su pistola, y yo odio las armas, yo siempre he sido una persona pacífica, no me gusta la violencia.

¿Nunca fue cachureco?
¡Jamás! He perdido dos trabajos por eso, yo ahorita tengo dos años de no trabajar. Primero, en el golpe de Estado, Rodrigo Wong Arévalo, con el que trabajé 23 años en Abriendo Brecha, me dijo que yo era oreja de la resistencia y eso me molestó. Yo le dije: “Yo soy resistencia, pero respeto el lugar donde trabajo, nunca he sido oreja ni lo seré”. Me dio las prestaciones y me fui. Cinco años después conseguí un trabajo en el Ministerio de Cultura, en el Departamento de Cine y Audiovisuales, hace año y medio llegó una ministra y lo primero que hizo fue despedirme pues le dijeron que era fotógrafo de la resistencia, una mentira. Me despidió y sin prestaciones. Ahorita yo sobrevivo de milagro, haciendo documentales pequeños que vendo a algunos medios, porque tengo que decirlo, quien mantiene la casa es mi esposa Delma, ella trabaja y gracias a ella me da a diario para transporte o que coma algo en la calle... ¡pero soy un hombre cien por ciento feliz! Me encanta la música, el rock, el arte, el cine, esa es mi vida...

Mi defecto, que digo la verdad, me gusta ser honesto, tengo hijos y no quiero que le anden diciendo que fui un periodista pícaro y corrupto, dijo. Foto: Emilio Flores.


¿Ya lo traía en la sangre?
Esa pasión la traigo desde niño, desde los 11 años ya escribía sobre cine. Mi mamá me mandó a estudiar bachillerato a los Estados Unidos con una beca, estudié en Nueva York diez años, aprendí a hablar inglés, y allí cambió mi vida porque iba a museos, a los conciertos, exposiciones de pintura, algo hermoso. Luego me vine, conocí a mi primera esposa, con quien tuve tres hijas. Luego entré a la UNAH a estudiar periodismo con gente maravillosa como Ramiro Sierra, Miguel Martínez, Reinaldo Amador, pero se reían de mí porque no escribía de política sino de cultura y me decían que me iba a morir de hambre.

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Periodista especializado en cultura, arte y cine, difícil aquí, ¿no?
Sí, claro, los editores se reían de mí cuando llegaba con una entrevista a un poeta y me decían que a nadie le interesaba esa papada. Yo musicalizaba mis notas culturales y quería que tuvieran éxito, yo fui el pionero de tener en televisión una crítica de cine semanal, yo les ponía mi toque, eso me marcó porque la gente me decía en la calle que habían visto mis trabajos. Yo no soy cineasta, yo soy un videasta.

¿Y qué opina del cine hondureño?
Yo no escribo del cine hondureño porque no me gusta lo que están haciendo, sé que hay talento porque he visto unos buenos cortos, el cine hondureño va a resaltar dentro de unos 20 años, porque aquí cualquiera agarra una cámara y dice que es un cineasta, pero hay que tener mucho respeto hacia el trabajo. Esto es pasión... Mi mujer me dice que estoy loco, veo 20 películas semanalmente más lo que encuentro en el cable, casi no duermo, me levanto a las 2:00 de la mañana a ver películas.

¿Cuál ha sido la película hondureña que más le ha gustado?
“No hay tierra sin dueño” y “Mi amigo ángel”, de Sami Kafati. Es una obra de arte, debería estar en un museo y exponerla a los estudiantes, allí vemos a la Tegucigalpa de 1963. La película “No hay tierra sin dueño” se estrenó en Cannes, aquí no ha existido una que nos represente así.

¿Qué lo hace llorar?
No poder tener dinero para llevar comida a la casa.

¿Qué lo enoja?
Casi todo lo que veo en la calle, yo siempre camino en rapiditos y una señora iba a pagar 10 lempiras en monedas y el conductor la quería bajar por eso. Todos los que íbamos en el bus le ayudamos a pagar y me enojó, y le dije al conductor, “usted puede ir preso porque es nuestra moneda nacional y debe respetarla”.

Su defecto y cualidad
Mi defecto, que digo la verdad, me gusta ser honesto, tengo hijos y no quiero que le anden diciendo que fui un periodista pícaro y corrupto. Mire, ellos saben que a mí me gusta el alcohol, pero nunca me van a ver tirado en el piso, no soy un bolo penco.

¿Cómo quisiera que le recordaran?
Que fui un loco, pero feliz...