Tegucigalpa, Honduras
La frase “vivir como reyes” es ya trillada, pero aunque así lo sea, grafica casi a la perfección las condiciones en que han estado viviendo los cabecillas de pandillas y maras en el centro penal de San Pedro Sula.
Pero a partir de esta semana, estas condiciones han cambiado dramáticamente para un grupo de 384 reclusos que han sido trasladados del penal de SPS a la cárcel de Ilama, Santa Bárbara, conocida como El Pozo.
El penal de San Pedro Sula está en proceso acelerado de dejar de ser un santuario desde donde se ordenaba la comisión de delitos por parte de cabecillas del crimen organizado, que han estado operando desde feudos independientes.
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El gobierno de la República ha decidido desmantelar estas bandas y trasladar a los reos al centro de máxima seguridad de El Pozo, donde las condiciones ni siquiera dan espacio a la imaginación, en comparación al confort en el que han estado acostumbrados.
Un repaso gráfico obtenido por EL HERALDO de cómo vivían estos cabecillas da cuenta que han estado no solo en mejores condiciones, sino que la comodidad y el lujo es chocante y una evidencia de la ingobernabilidad en que han estado operando estos centros de reclusión.
Un servicio sanitario amplio y con una entrada de una puerta en semiarco, celdas, o mejor dicho habitaciones climatizadas, televisores plasma de última generación, un espacio exclusivo para colocar una colección de gorras y otro solo para colocar playeras de prestigiosas marcas de equipos deportivos de fútbol europeos son solo unos ejemplos de cómo han vivido estos sujetos privados de libertad.
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Y si se le echa una mirada a los dormitorios, la situación no cambia: piso de fina cerámica, puertas de finos acabados, grandes espejos, camas king size y hasta peluches que las adornan y con las que sus huéspedes se sienten a todo placer.
Equipos de sonido con parlantes gigantescos y un espacio especial para colocar libros y CD que contienen películas o música a cual mejor gusto también forma parte de los placeres en los que han vivido estos reclusos. Si por el lado de la gastronomía se da otra mirada, puede verse que tenían a su disposición una cafetería con un menú para atender sus necesidades.
Una variedad al mejor gusto: chicken fingers a 60 o a 80 lempiras, pescado frito a 65 lempiras, carne de res guisada a 70 lempiras. Y a esta comida podía sumársele una bebida: un licuado de fresa, banano o papaya a 25 lempiras o si solo prefería cereal con granola a 30 lempiras.
En El Pozo
El martes pasado, el presidente de la República, Juan Orlando Hernández, ordenó el segundo traslado masivo de reos a El Pozo. El primero fue de 755 internos pertenecientes a la pandilla salvadoreña Mara Salvatrucha y a la pandilla 18. Con los de esta semana ya suman 1,133 reclusos.
De acuerdo a datos ofrecidos por el Instituto Nacional Penitenciario, en el penal de San Pedro Sula, ubicado casi en el centro de la ciudad, hay más de 2,500 reclusos, pero con los trasladados esta semana, ha bajado a 1,367.
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El Pozo fue construido para albergar a 2,000 internos, 800 de ellos para ubicarlos en celdas de máxima seguridad por considerarlos reos de alta peligrosidad. Por el momento, esta cárcel tiene espacio para unos 708 cupos más.
Los trasladados esta semana pertenecen a lo que, en el argot de los reclusos, están en los bandos “pesetas” (reos que se han salido de las pandillas) y “paisas” (delincuentes que no pertenecen a las pandillas). En sus antecedentes hay asesinos, secuestradores, extorsionadores, narcotraficantes, violadores y robacarros, entre otros.