'Ante un nuevo milenio, el despertar centralista', reza el lema que representa a los miles de jóvenes que estudian en el Instituto Central Central Vicente Cáceres (ICVC) de la capital de Honduras.
Sin embargo, para muchos, ese 'despertar' se opaca y no se convierte en más que muerte y en sueños arrebatados en un abrir y cerrar de ojos ¿Las causas?, como suele suceder, se desconocen.
Hambrientos de conocimientos y de preparar su futuro, estos estudiantes cumplieron su anhelo de ser parte del ICVC, sin embargo, la violencia acabó con su quimera de graduarse en esa histórica institución que ha cosechado a destacados profesionales.
Los casos de asesinatos de jóvenes del Central han sido muchos; sin embargo, rememoramos aquellos que han quedado marcados en la mente de los hondureños, debido a la forma en que malhechores les truncaron aquel grito que suena en cada graduación realizada en el gigante gimnasio: ¡Ceeeentraaaal!
La historia de asesinatos de estudiantes del Instituto Central Vicente Cáceres (ICVC), nos lleva a la mañana del 7 de junio del 2014, cuando se daba aviso de que un chico había sido encontrado sin vida envuelto en una cobija.
La víctima era Lester Ismael Moncada Ordóñez, de 15 años de edad, quien cursaba el primer año de Bachillerato en Ciencias y Letras, en el Central. Moncada Ordóñez había salido, como todos los días, desde su casa, ubicada en el sector del Tizatillo hacia el colegio, no obstante, nunca regreso a su aposento: lo habían asesinado.
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En ese tiempo, la violencia y los números de muertos en Honduras venían en aumento, sin embargo, no se sabía que el crimen iba a tocar nuevamente el portón del emblemático centro educativo.
Esta vez se anunciaba que dentro de un saco de nilón, lanzado en la terminal de buses de la colonia capitalina, Tiloarque, estaba el cuerpo sin vida de la niña Soad Nicole Ham, quien unos días antes había participado en varias protestas estudiantiles.
El cadáver de Nicole Ham fue encontrado el 16 de marzo del 2015, con varias señales de haber sido torturado por sus verdugos. La Centralista desapareció dos días antes de que sus familiares se dieran cuenta de su fallecimiento, la llamaron a su celular, pero ella nunca contestó.
Tras ese hecho sangriento, las autoridades capturaron a Fabio Rolando Posadas, José Noé Cárcamo Martínez, quienes fueron señalados por el secuestro, tortura y posterior asesinato de la adolescente que cursaba el primer años de ciclo común en el ICVC.
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Álvarez Paz (19), era originario de Pespire, Choluteca, residente en la colonia Brisas del Norte, quien cursaba el segundo año de la carrera de Comercio del Instituto Central Vicente Cáceres.
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La lamentable noticia de su fallecimiento, las recibió su familia el 11 de noviembre 2015, cuando les informaron que el joven fue interceptado mientras abordaba un bus de la ruta urbana por un sicario, quien le quitó la vida.
El caso más reciente se registró el viernes a eso de las 8:00 de la noche, cuando las autoridades encontraron sin vida a la estudiante del central, Rebeca Abigail Torres, de 15 años, en un solitario sector conocido como La Arenera, en las inmediaciones del anillo periférico.La niña, según denuncias de su padre, fue secuestrada en un bus rapidito por varios desconocidos, quienes presuntamente, después de violarla la asesinaron y la lanzaron entre la maleza de la zona.
Este caso mantiene consternado al pueblo hondureño, ya que Abigail Torres era una alumna con excelencia académica y su único pecado habría sido mencionar que vivía en la colonia El Pedregal de la capital de Honduras.
Tristes cifras
De acuerdo con los datos más recientes del Instituto Universitario Democracia, Paz y Seguridad (Iudpas), que van desde enero de 2010 hasta marzo de 2016, son al menos 1,183 los estudiantes que han perdido la vida de manera violenta.
La mayoría de ellos, 624 casos que representan el 52.7 por cuento, cursaban el nivel secundario.
La directora de Iudpas, Migdonia Ayestas, estimó que de marzo de 2016 a febrero de 2017 la cantidad de fallecidos rondaba el centenar.
La mayoría de estos casos han quedado en la impunidad, mientras familiares exigen justicia.
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