Tegucigalpa, Honduras
El luto y la angustia invadieron las calles de la colonia Villa Nueva de Tegucigalpa.
La muerte de Kimberly Dayana Fonseca, de 19 años, durante una protesta en el sector de la colonia Honduras ha conmocionado a la población.
El hecho sucedió la noche del pasado viernes cuando un grupo de personas realizaba disturbios en protesta por la falta del resultado de las elecciones generales por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
La joven era alumna del Instituto Técnico Honduras en el tercer curso de ciclo común.
Su muerte
Fonseca residía junto a su padre y hermanos en una humilde vivienda del sector 6 de Villa Nueva.
La primera versión que trascendió sobre su muerte afirmaba que durante todo el día viernes la muchacha no participó de las marchas y protestas que se desarrollaban en ese sector. No obstante, en horas de la tarde uno de sus familiares se sumó a las acciones de manifestación.
A eso de las 11:40 de la noche, la joven salió a buscar a uno de sus hermanos al ver que no retornaba a casa y sabiendo que momentos antes se había decretado un toque de queda a nivel nacional, se desesperó.
Al llegar al lugar del motín, testigos afirman que supuestos elementos militares dispararon contra la turba y uno de los proyectiles alcanzó a la estudiante.
Karla Sosa, tía de la fallecida, corroboró la historia a EL HERALDO.
“Ella estaba donde una amiga y como empezaron a hacer disparos, ella pensó que mi otro sobrino andaba ahí en el relajo, pero mi sobrino estaba donde la novia. Cuando ella fue a buscarlo, el tiro la alcanzó a ella, los militares dispararon”, lamentó la entrevistada.
El cuerpo de la fémina fue entregado a los familiares en la morgue capitalina la mañana de ayer y será sepultado en la comunidad de Armenia la tarde de hoy.
Así la recuerdan
Kimberly era conocida por ser una muchacha alegre y llena de vida.
Sus familiares y amigos la recuerdan como una persona cariñosa y muy inteligente, hoy lloran su partida y piden consuelo divino.
Su abuela, mientras enciende una vela, relata con lágrimas en sus ojos que ese día pudo servirle el último plato de comida.
“Yo a ella la amo como si fuera mi hija, ella era muy linda conmigo, mi muchacha vino en la tarde y me pidió comida porque tenía hambre, por eso le mandé un bocadito a mi muchacha, cómo la voy a extrañar a mi muchachita”, dijo la señora.
A Fonseca le sobreviven sus hermanos, quienes lloran profundamente su ausencia, su padre -con quien convivía- y su madre, quien en busca de mejores oportunidades vive fuera del país.
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