TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El hallazgo de los cuerpos de María Antonia Cruz, Dione Solórzano y Nikendra McCoy en el interior de un vehículo en Roatán ha conmocionado a la comunidad y confirmado la brutalidad de sus muertes.
Según el informe preliminar de las autoridades, las tres mujeres presentaban impactos de bala en la cabeza y se encontraban en estado avanzado de descomposición.
El estadounidense Gilbert Santiago Reyes se ha convertido en el “principal sospechoso” de este crimen.
Las víctimas fueron halladas tres días después de haber sido reportadas como desaparecidas, generando conmoción y consternación en Roatán.
Este miércoles, -10 de enero- personal de medicina forense se trasladó a la colonia French Key para llevar a cabo el levantamiento de los cuerpos y posteriormente los cuerpos fueron trasladados a la morgue judicial de San Pedro Sula, Cortés.
Una de las víctimas era expareja del principal sospechoso
La relación entre Gilbert Reyes y Dione Solórzano ha sido destacada por las autoridades como un elemento clave en la investigación.
Reyes fue pareja de Solórzano y según antecedentes, ya había sido detenido en 2008 por el delito de asesinato, recuperando su libertad posteriormente.
La familia de las víctimas manifestó que la mañana después de la desaparición de las jóvenes, Reyes abandonó el país por el aeropuerto de Roatán con destino a Miami y luego a San Francisco, donde reside actualmente.
Esta acción levantó sospechas adicionales y llevó a la familia a alertar a las autoridades de Estados Unidos y a solicitar la intervención de Interpol para retener al sospechoso.
El subcomisionado Ramón Gonzales expresó: “el acompañante que salió del país es pieza clave y ya se puso en conocimiento a las autoridades de Estados Unidos para que nos apoyen para una entrevista con esa persona. Ya hemos puesto la alerta con Interpol para poderlo retener”.
La relación entre Dione Solórzano y Gilbert Reyes había terminado aproximadamente un año antes debido a la violencia y amenazas, según los familiares.
Sin embargo, la persistencia del agresor en buscar a Solórzano fue una constante preocupación para la familia. La investigación continúa, mientras la comunidad de Roatán demanda justicia por este horrendo crimen que ha dejado una profunda huella de dolor.
