¿Qué pedía? Obvio, 'La Chica del Central'. Después de una concurrida peregrinación desde el bulevar Suyapa, el Central se abrió pasa entre enormes ratas (mascota del colegio), sus tradicionales pelotones, cadetes, bandas marciales, de guerra, esculturales palillonas, pomponeras y banderistas. Y por ende, su cuerpo de excelecia académica, junto al calor de su pueblo.
Este año no ha sido la excepción, pues centenares de personas rodean los músicos del Central que se distinguen entre todos por su coordinación y trajes muy bien confeccionados.
Los colman de aplausos con cada canción que tocan. Sobretodo con su interpretación de 'La Chica del Central'.
No hay duda, que este colegio, creado hace 140 años, además de ser el más antiguo de toda Centroamérica, tambiéne tiene un arrastre popular impresionante, no por nada le dicel el 'colegio del pueblo'.
También ha llamado la atención su mascota, una rata menos estética pero más real. Un sútil mensaje que todos podemos entender sin explicaciones.
La Sopa de Caracol de la Banda Blanca fue la primera ejecución que se hizo audible en el coloso por parte de la populosa banda marcial centralista, que vestía de negro como es habitual, además de unos prendedores con el escudo de Tegucigalpa, la capital de la República de Honduras.
Al llegar el estado presidencial, las dos bandas centralistas ejecutraron la famosa canción que les identifica, 'La Chica del Central', interpretada por el famoso grupo Los Ramblers y escrita por un exalumno: Rodrigo García Ramírez.
Pero el Central como otros institutos no terminaron los desfiles, porque se armó una histeria colectiva en el estadio Nacional tras que alguien lanzara una bomba lacrimogena.