TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En esta fecha donde se conmemora el Día del Padre hondureño, un aire de nostalgia y admiración envuelve a aquellos verdaderos héroes del día a día.
En un país donde la lucha y el trabajo son valores arraigados, el Día del Padre se convierte en un homenaje silencioso, pues a diferencia del vibrante y colorido festejo del Día de las Madres, las celebraciones para aquellos hombres ejemplares de perseverancia y sacrificio son más discretas.
Las ventas alusivas a esta fecha no deslumbran con su esplendor, pero eso no disminuye el significado de este día para aquel padre que trabaja de sol a sol para llevar el sustento a casa.
En esta ocasión, EL HERALDO recorrió las calles bulliciosas de la capital con el fin de ser testigos del arduo y valioso trabajo que realizan los padres trabajadores en sus labores diarias.
Sus rostros, marcados de esfuerzo y dedicación, son el testimonio viviente de la fortaleza y amor incondicional.
En un mundo que a veces se aleja y se olvida de valores como el trabajo honesto y responsabilidad paterna, estos hombres son un faro de inspiración, recordándonos que la verdadera grandeza reside en el sacrificio diario y el compromiso con quienes más amamos.
Este es un día festivo para el hombre que demuestra todos los días que los sueños se alcanzan luchando, aquel que enseña que todo sacrificio tiene su recompensa; pues no hay mayor recompensa para un padre que ver a sus hijos ser personas de bien.
Felipe Castillo
Cada almohada vendida es sinónimo de alegría para este luchador que recorre las calles del centro de la capital en busca del sustento para sus pequeños; lo que representa un sueño cómodo para sus clientes, para don Felipe significa el pan de cada día para sus cuatro hijos.
“Una almohada a la vez, de poco a poco”, así es como este gran guerrero se gana la vida, pues orgullosamente relató que su negocio de almohadas no solo era una forma de ganarse la vida, sino también una expresión de amor.
Gustavo López
Con sus manos porosas y llenas de cemento, mientras una gota de sudor rodaba por su mejilla, los ojos de don Gustavo se tornaron cristalinos al confesar que aunque él no aprendió a leer ni escribir, eso jamás fue un impedimento para poder sacar a sus 7 hijos adelante.
Cuando el reloj marca las 4:00 AM, este luchador de 64 años sale por el pan de cada día: “Es un trabajo pesado, pero hay que echarle ganas, yo quiero que mis hijos sean mejores que yo”, relató el padre hondureño.
Miguel Portillo
Este guerrero construyó el futuro de sus hijos desde la calle: “Empecé siendo vendedor ambulante, hoy orgullosamente cuento con mi puesto de verduras”.
Un trabajo honesto que ha significado el triunfo de sus hijos, pues el padre hondureño relató, con orgullo, que gracias a todo su esfuerzo hoy tiene la dicha de confesar que uno de sus hijos es Licenciado en Banca y Finanzas.
“Lo que más me alegra de este día es la presencia de mis hijos”, expresó con gran nostalgia don Miguel.
Gustavo Flores
Mientras los rayos del sol están en su punto más fuerte, Don Gustavo transita por las calles del centro de la capital para ofrecer sus ricas minutas:
“Sé que cada paso y gota de sudor derramada significa una victoria en la vida de mis hijos”, manifestó lleno de alegría el orgulloso padre.
Este guerrero confesó que el amor que sentía por sus hijos era infinito, y que eran el motor que lo impulsaban a seguir adelante.“El mejor regalo que puedo recibir este día es tenerlos con salud”, expresó.
Alexi Vargas
Desde una banca, con cepillo y chinola, don Alexi ha logrado construir el futuro de sus hijos.
Este digno trabajo ha sido el pilar que le ha permitido llevar el sustento a casa: “me siento orgulloso, todo lo que he podido darles a mis hijos ha sido gracias a esto” , confesó lleno de alegría, mientras relataba que su mayor bendición eran sus hijos y nietos.
“Para este día no pido nada material, solo pido que mis hijos estén cerca y llenos de salud, quiero que este día me visiten”, expresó don Alexi.