TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Parte de la memoria de los pueblos está representada en las estatuas y monumentos que se erigen en los lugares públicos de una ciudad, como escenarios que aglutinan la cultura y las ideologías de los ciudadanos.
Tegucigalpa y Comayagüela no son la excepción, pues al igual que otras urbes de Latinoamérica, se encaminaban hacia la modernización, dando espacio a un boom estatuario en el siglo XIX, impulsado por la reforma liberal en los gobiernos de Ramón Rosa y Marco Aurelio Soto.
La estatua del paladín centroamericano Francisco Morazán, las Cuatro Estaciones y los bustos de José Trinidad Reyes y José Trinidad Cabañas son algunos de los monumentos públicos más antiguos de Tegucigalpa, inaugurados en las últimas dos décadas del siglo XIX.
“Para esta época, cuando se está construyendo el Estado-nación, es necesario que la población entienda quiénes son sus fundadores”, expuso el historiador Daniel Vásquez.
Explicó que en este contexto, Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa empiezan a crear el Panteón de los Héroes Nacionales con el objetivo de generar identidad a través de la memoria de todos los que lucharon por estos ideales.
Sin embargo, la oleada de estos monumentos como valor simbólico abarcó también aquellas efigies consideradas emblemas de la libertad, como la bella representación donada por el presidente Marco Aurelio Soto e instalada en 1883 en la plaza Inmaculada Concepción en Comayagüela, que desde ese año lleva el nombre de Parque La Libertad.
A pesar de que su brillo se ha opacado por el deterioro a través del tiempo, el monumento fue elaborado delicadamente con fino mármol por recomendación de Soto. Es una estatua que fue instalada tres años antes de que Estados Unidos contara con el reconocido monumento de La Libertad.
Datos
El investigador del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), Dennis Portillo, explicó que el 29 de julio de 1882, Ramón Rosa, en representación del gobierno presidido por Marco Aurelio Soto, firmó un contrato con el escultor francés Francisco Durini con el fin de elaborar estatuas pedestres de José Cecilio del Valle, el grupo de las Cuatro Estaciones, y los bustos de José Trinidad Cabañas y José Trinidad Reyes.
“Estas fueron inauguradas el 30 de noviembre de 1883, en el gobierno de Luis Bográn, precisamente el día de la toma de posesión de este presidente”, recordó el historiador.
Sin lugar a dudas, en el Panteón de los Héroes Nacionales no podía faltar la gran estatua ecuestre de Francisco Morazán, instalada en el Parque Central, luego de que Marco Aurelio Soto firmara su confección el 27 de agosto de 1882.
Debate
El monumento de Francisco Morazán fue escenario de debate por su originalidad debido a la afirmación que hizo el reconocido escritor Gabriel García Márquez, quien dijo que esta estatua no representaba al paladín.
Sin embargo, investigaciones realizadas por el escritor Rafael Leiva Vivas comprobaron la autenticidad de la efigie revisando documentos que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Francia.