TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “¡Súbale que hay espacio!”, es la primera falacia escuchada por los usuarios de buses ejecutivos en cada estación de la capital. Al abordarlos, sobre todo en horas pico, la contaminación auditiva, conducción temeraria, exceso de pasajeros, cobradores y “brochas” se convierten en inevitables acompañantes de los capitalinos.
Es decir, el servicio que prestan las 1,200 unidades (conocidas como rapiditos) dista de lo que hace más de una década se prometió al usuario durante la transición de los buses amarillos a los ejecutivos.
“A mí hasta la presión se me sube, algunos muchachos son imprudentes cuando conducen, llevan esa música a todo volumen y cuando somos de la tercera edad, hasta arrugan la cara por el descuento; piensan que serán jóvenes toda la vida”, señaló Elisa Sánchez un par de minutos después de bajar de una unidad.
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Deuda
De acuerdo con Jorge Lanza, dirigente del transporte, las barras y cobros electrónicos, sistema de vigilancia, posicionamiento, personal certificado y botón de pánico representarían una inversión de unos 850 millones de lempiras solo en el Distrito Central.
“Muchos quitaron las barras, parece más dueño el conductor y el ayudante (cobrador). Es imposible como dirigente estar detrás de todos ellos, también saben que es prohibido andar pasajeros de pie”, reconoció el dirigente.
Sobre el pendiente de la certificación, argumentó que llevar a los conductores hasta la Escuela de Pilotos en Comayagua y pagarles por cinco días alimentación, transporte y hotel mientras los buses quedan en pausa dificulta más todo el proceso por lo que “una sucursal” en la capital sería vital, no obstante, no han obtenido respuesta a esa solicitud.
“Al inicio todo proyecto se escucha bonito, pero no dan seguimiento. Estuvimos en una ocasión en el 911, miramos como pagan extorsión, llamamos la patrulla más cercana y tardó 25 minutos en llegar... muy pocos buses tienen botón de pánico y GPS, queremos implementar cámaras en unidades y terminales”, prometió mientras señalaba que el flagelo de la extorsión y competencia desleal (de los brujitos) son parte del calvario del rubro.
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Reacción
Rafael Barahona, comisionado del Instituto Hondureño del Transporte Terrestre (IHTT), aceptó que “la calidad en el servicio al usuario” es una deuda pendiente ante la crisis heredada por el actual gobierno en el rubro del transporte.
No obstante, anunció que el problema de fondo será abordado de manera integral para beneficiar a todos los sectores y al mismo tiempo adelantó la instalación de una mesa para tratar los asuntos financieros con el fin de alcanzar la soñada modernidad.
El funcionario detalló a EL HERALDO que dicha mesa estará integrada “por el Banco Hondureño para la Producción y la Vivienda (Banhprovi), Secretaría de Finanzas y el IHTT para buscar mecanismos que les permitan obtener recursos”.
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